La lección de Piano
Fecha: 23/03/2018,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... me secó con una toalla, sin perder cuidado de cada centímetro de piel.Me llevó nuevamente para el cuarto, y luego de hacer a un costado la sábana húmeda y cambiarla por una nueva, me dijo que me acostara boca abajo. Estando yo acostada boca abajo mirando hacia la cebecera de la cama, ahora le daba mi espalda y en consecuencia ya no la podía ver. Me preguntó si acostumbraba a masturbarme, y recuerdo que tímidamente le dije que si. Entonces me pidió que le levantara un poco la cola para verme, cosa que hice de inmediato. Ella tomó una almohada de plumas bastante abultada y la puso a la altura de mi pelvis. Me dijo que metiera mi mano entre mis piernas y que me acariciara, hasta sentir lo que ella me había hecho sentir. Yo sabía bien lo que tenía que hacer. Con el culo un poco arriba pase mi mano por debajo de mi panza hasta que mis dedos alcanzaron mi concha. Comencé a masturbarme al tiempo que percibía como ella subía también a la cama y se colocaba detrás de mi. Aumente el ritmo de mi masturbación cuando percibí su aliento bañando mis cachas. Ella me hizo cosquilla con sus uñas sobre mi baja espalda y mi reacción fue arquearme aún más, lo cual hizo que mi culo quedara más hacia arriba. Sus manos se posaron sobre mis cantos abriéndolos despacito. Movió sus dedos, apoyando sus los pulgares bien al costado de mi ano para abrirlo al máximo posible y dijo- "Ahora vas a ver lo que es bueno"-. Súbitamente sentí su lengua recorrer todo la raja del culo llenando por completo mi ...
... cavidad anal con su saliva. Este primer lengüetazo franco y pleno, me hizo ver las estrellas.Continuó con sus lamidas haciendo serpentear a su lengua por sobre todo mi ano de una forma descomunal. Luego de un rato, la puso bien en punta y comenzó a ejercer presión en la puerta de mi culo, el cual por cierto cedió, permitiendo la entrada de su húmedo músculo casi por completo. Sus movimientos hacían que la misma entrara y saliera ejerciendo en cada estocada más y más presión. Por un lado separando al máximo mis nalgas y por el otro metiendo hasta el fondo su lengua, la que por ese entonces se había adueñado por completo de mi parte trasera más íntima puesto que entraba y salía de mí ser a su entero antojo. Me estaba penetrando sin tregua, y yo a esa edad no tenía idea de lo que me estaba haciendo, pero lo cierto es que me gustaba y le pedía casi a gritos que no se detuviera. Elisabeth seguía, parando solo breves instantes para decirme alguna guarangadas del tipo-"Sabe tu mamá que sos tan putita, sabe que te gusta tanto por la cola".- Esto, lo único que lograba, era ponerme aún más caliente. Ya no solo me masturbaba frenéticamente sino que ahora le levantaba la cola lo más alto que podía a fin de que me haga feliz. Sabiendo por mis incontrolables espasmos que me encontraba al borde del quinto orgasmo, Elisabeth tomó mis cachas una vez más y separándolas al máximo agarró un pote de gel para manos y virtió un poco de contenido directamente sobre mi ano. El fresco de la sustancia ...