Carlota, la mujer de mis sueños y mi gordita. Me pone muy caliente
Fecha: 08/11/2024,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... frescas, y aún más soplando la Tramontana, tus grandes manos con largos y gruesos dedos entibiando bien las mías, muy delgadas y con dedos de pianista, demasiado tendentes a destemplarse al mínimo soplo de aire frío. También cuando nos comparábamos las manos entrelazando nuestros dedos. En invierno me harían más falta que nunca tus cálidas manos. Tu gruesa piel, resistente al frío, junto a la mía, fina y delicada, muy sensible a él. Mi cuerpo podría junto al tuyo combatir mejor el frío invierno. Cuando me asustaba por la fuerza con la que sopla el viento del Norte y sentía que mi cuerpo de un momento a otro iba a ser arrastrado y tú estabas a mi lado para abrazarme con fuerza y protegerme.
Nuestras almas unidas, ambas demasiado sensibles a la frialdad y la dureza de este mundo, como arma combativa. No existe mejor revuelta contra el mundo moderno que el verdadero amor.
En las abundantes curvas de tu hermoso cuerpo. Muy alta para ser mujer, rondando el 1,90, en contraposición de mi breve estatura de casi 1,60, gordita, bien proporcionada y de complexión robusta, fuerte. En tus grandes y abundantes ubres, un poco caídas, con las venas marcadas, imperfecciones que las dota de más hermosura aún. En tus anchas espaldas. En tu imponente barriga, a la vez bien proporcionada. En tus fuertes y gorditos brazos, en tus grandes y abundantes caderas, nalgas, muslos y largas piernas... ¡Qué deseosas se encuentran mis manos y mi boca de recorrer cada milímetro de tus abundantes ...
... carnes como si no hubiera un mañana, Carlota!
Yo una veinteañera jovencita, tú una mujer madura de treinta y muchos casi rondando ya la cuarentena, con los dos surcos nasogenianos bastante marcados que quizás te hacen aparentar aún más edad, aunque bien conservada y apetecible. Nuestra diferencia de edad no impide que podamos amarnos y, tiempo al tiempo, construir una relación basada en el verdadero amor.
En la primera vez que te vi. Y en cuando empecé a hablar contigo el día siguiente. Durante ambos días, llevabas puesta una camiseta azul de tirantes anchos revelando discretamente tu grande y precioso escote, en el que se podía entrever un sujetador negro, unos pantalones tejanos cortos de medio muslo que revelaban muy bien tus anchas y abundantes caderas y nalgas y unas de esas chanclas negras de cuero y plataforma de cuña que te gustan tanto lucir y con las que tengo tanto fetiche.
En tu cuerpo arrapado al triquini negro de cuerpo completo con aperturas en los laterales de tu imponente cintura, dejando entrever la abundancia de tus carnes. Tú y yo dándonos un baño al compás del oleaje de las azules y cristalinas aguas del mar Mediterráneo y en las de la gran piscina del hostal. Mi menudo, delgado y fragil cuerpo abrazado al tuyo, grande, gordito y fuerte. Tu cogiéndome en brazos, mis delgadas piernas rodeando las carnes de tu grande y fuerte cintura. Tú con tu triquini negro, yo con mi bikini rosa. Mi fina, delicada y fría piel pegada a la tuya, gruesa, áspera y ...