Cuando él me contó todo lo que sus amigos le hicieron, me sentí como si yo fuera un cabrón….
Fecha: 12/11/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Gays
Transexuales
Autor: Martehijodejupiter, Fuente: SexoSinTabues30
Cuando él me contó todo lo que sus amigos le hicieron, me sentí como si yo fuera un cabrón….
Ya había cerrado mi negocio, y me disponía a dormir, cuando cerca de la media noche, escuché unos ruidos en la tienda.
Me puse los pantalones, agarré mi viejo revolver colt 38 especial, y sigilosamente atravesé el patio.
Los ruidos seguían, pensé que había más de un ladrón, así que, armándome de valor, tras pasar la llave, procurando no hacer ruido, le di una buena patada a la puerta de metal, al tiempo que les grité quien anda ahí, y de inmediato entré prendiendo las luces.
Frente a una de las neveras había un joven, que del susto se quedó paralizado, mientras que sus compinches salieron por la ventana del baño, por la que de seguro habían entrado.
El que se quedó como paralizado, le puse mi arma en la cabeza, y de un empujón lo tiré al piso, haciendo que él cayese de boca, y de inmediato puse uno de mis pies sobre su espalda, al tiempo que aún le apuntaba con mi arma y continuaba gritando “¿Qué, carajos, haces aquí?”
Después de no escuchar respuesta alguna, fue que vine a quitarle mi pie de su espalda, diciéndole. “Si te tratas de escapar te dejo como un colador, cabrón”.
Aunque él tenía su rostro pegado al piso, de reojo podía verme a mí, y a mí 38, con el que no dejaba de apuntarle, el tipo estaba tan asustado, y seguramente temiendo que se me zafase un tiro, llorando comenzó a decirme. “No me haga nada, mis amigos, y yo nada más entramos a curiosear”.
A ...
... lo que le respondí. “Así con que, curioseando, bueno quítate toda la ropa, que yo quiero curiosear, para ver si no te estabas llevando algo cabrón”.
De estar acostado sobre el piso, se sentó en el suelo, y sin decir más nada se comenzó a quitar su camisa, la que una vez se la quitó, puso a mis pies, después nada más se bajó los pantalones hasta la rodilla, y le dije. “Es que no oíste bien cabrón, dije que te quitases toda la ropa incluso los zapatos”.
Lo que, sin dejar de llorar, y pedirme que no le matase, continuó obedeciéndome, hasta que se quitó los pantalones, y quedó nada más en interiores.
Nuevamente le dije. “Toda la ropa, hasta esos interiores.” Él me obedeció, y después de que se los quitó, se quedó sentado en el suelo, con sus rodillas pegadas a su cuerpo, muerto de miedo.
Revisé toda su ropa, sin dejar de apuntarle, y de uno de sus bolsillos saqué una ristra de chorizos, en ese momento me dijo. “Los tomé cuando abrí la nevera”. Le dije. “Así con que tan solo curioseabas, cabrón”.
Nuevamente llorando me pidió que no lo matase, y fue cuando me dijo. “Yo hago lo que usted quiera, pero no me mate por favor”.
En ese momento, no le puse mucha atención a sus palabras, y le ordené que se pusiera de pie, lo que hizo colocando sus manos sobre su miembro, quizás por vergüenza o pudor.
Pero como soy mal pensado, le ordené que quitase las manos, y cuando lo hizo, estaba tan asustado, que su verga se había recogido tanto, que apenas y se veía, lo que a mí me ...