1. Cuando él me contó todo lo que sus amigos le hicieron, me sentí como si yo fuera un cabrón….


    Fecha: 12/11/2024, Categorías: Dominación / BDSM, Gays Transexuales Autor: Martehijodejupiter, Fuente: SexoSinTabues30

    ... dio mucha risa, y él más vergüenza sentía, cuando le dije. “Si más que una verga parece la pepa de una puta”.
    
    Fue cuando mirándolo a la cara y apuntándole con mi 38 entre ceja y ceja, lo reconocí, y le dije. “Yo te conozco cabrón, tú eres, el hijo del maestro, vamos a ver que dice tu padre, cuando se entere de que entraste a robar”.
    
    Casi de inmediato llorando me volvió a decir. “Yo hago lo que usted quiera, pero que mi papá no se entere”.
    
    En ese momento, me le quedé viendo, sin dejar de apuntarle con mi revolver, caminé a su alrededor, como quien mira algo que piensa comprar, y dándole una nalgada le dije. “Ok, no le diré nada a tu viejo, pero a cambio, tu harás todo lo que yo te diga, y únicamente podrás decirme, sí señor, o lo que yo te ordene decirme, ¿entendiste?”
    
    A lo que en el acto me respondió, tal y como le había ordenado. “Sí señor”.
    
    De inmediato le ordené que se dirigiera al final de la tienda, cuando se inclinó para recoger su ropa del piso, dándole una fuerte nalgada le dije que luego la recogería, y que caminase frente a mí.
    
    Durante esos instantes, a medida que él iba caminando, me di cuenta de que el chico tenía unas llamativas nalgas, al llegar al final del patio, le ordené abrir la puerta de mi cuarto, y al ver mi cama, sin dejar de llorar, nuevamente me comenzó a decir que no le hiciera nada, y zas que le he dado un golpe por la cabeza, con mi revolver, ordenándole callar.
    
    Nuevamente le puse la punta del cañón presionando contra su ...
    ... cabeza, mientras le decía. “Ahora te acuesta, calladito, y prepara ese culito que me lo voy a comer ya mismo”.
    
    Él se quedó paralizado, por lo que le di un fuerte empujón y cayó bocabajo sobre mi cama, en ese instante le ordené separar sus piernas, al tiempo que con mi revolver le volví a golpear la cabeza.
    
    A los pocos segundos puse mis dedos embadurnados en vaselina y se los pase por entre sus nalgas, y comencé a enterrárselos dentro de su culo, sin que él del miedo o del susto no se atreviera o pudiera hacer nada por evitarlo.
    
    En cosa de pocos momentos, me quité mis pantalones, quedando tan desnudo como lo estaba él, fue en esos instantes que me volvió a ver de reojo.
    
    En una mano sin dejar de apuntarle, mantenía mi viejo 38 especial, mientras que en la otra mano sujetaba mi parada verga.
    
    Con mis piernas separé más las piernas del, mientras que sin dejar de llorar, me decía. “No me haga eso, yo no soy maricón.”
    
    En ese momento le ordené callar, pero de golpe, le dije. “No importa sigue llorando, y diciendo lo que quieras, que a esta hora no hay una sola alma que te pueda escuchar por los alrededores”.
    
    Tras decir eso, sin soltar mi arma, comencé a treparme sobre él, y comencé a sentir el contacto de su piel contra la mía.
    
    Él continuó llorando, pero sin decir nada, se había quedado callado, pero de golpe le dije. “Separa tus nalgas, con tus manos, y muéstrame el hueco de tu culo.”
    
    De inmediato coloqué nuevamente el cañón de mi arma, que la presionaba contra ...
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