Mi madre y yo, de vacaciones en la nieve - Relatos Eróticos

Mi madre y yo, de vacaciones en la nieve

Cuando llegaron las vacaciones de Navidad, regresé de Londres, donde estaba realizando un Máster de Economía aunque no me hacía ninguna ilusión esas fiestas.

Iba a ser la primera Navidad desde que mis padres se habían separado y quisieron aparcar sus diferencias para poder celebrar juntos esa noche. También venían mi hermana y su novio.

Mi padre era un tío alto de buen porte, moreno y atractivo. Su éxito con las mujeres le llevó a la separación de mi madre hacía un año. Decían que nos parecíamos, era igual de alto que él, 1,80, moreno aunque había sacado los ojos de mi madre.

Mi madre seguía siendo una mujer espléndida, muy alta y sobre todo, con mucho estilo. Su cabello rubio, liso, con ligero flequillo, silueteaba una cara muy bien conservada de brillantes ojos azules que yo había heredado. Había adelgazado algo por culpa de su situación emocional y le había dejado un tipo de una chica de 30. Era una mujer acostumbrada a destacar en todos los ámbitos.

Aprovechamos los prolegómenos de la cena para ponernos al día todos de nuestras respectivas vidas. Mi hermana anunció que se quería casar el próximo año, mi madre visiblemente contenta, anunció que en el instituto donde daba clase de Literatura la habían nombrado subdirectora. Mi padre seguía firme dirigiendo la empresa textil que le había traspasado su padre y que se supone que continuaría yo.

Mi padre iba a pasar fin de año a una estación de esquí como hacíamos antes la familia completa antes de separarse ...

... mis padres. Mi hermana lo pasaría con sus suegros y mi madre y yo no teníamos planes de salir.

Después de la cena quedé con mis amigos en un pub en la zona de Alonso Martínez, que se pondría a reventar. Me rencontré con Manolo uno de mis mejores amigos de la Universidad en Madrid.

—¡Qué rollo de fiestas! —confesó—. Mi madre echa de menos a mi padre estos días, no sé qué hacer para que pase página. Ya hace dos años que falleció.

—A mí me pasa igual. Esta noche ha habido animación, pero mañana comemos mi madre y yo, los dos solos porque mi hermana comerá con la familia de mi cuñado y mi padre con su pareja actual.

—Fue un detalle que la dejara para cenar con vosotros.

—Sí, es una forma de mantener algo de la familia que fuimos.

—Oye, ¿Y si comemos los 4? Así se conocen nuestras madres.

—¡Que buena idea! Seguro que a mi madre también le apetece.

Cuando se lo propuse a mi madre, dudó ante lo inesperado de la situación. Insistí en que nos vendría bien a los dos no comer solos y acabé convenciéndola. Quedamos a las dos en un restaurante de Ponzano, una zona cercana para ambos.

La madre de Manolo, me sorprendió extraordinariamente. De aspecto cuidado y sin ostentación, una melena lacia castaña, recogida en una cola que le confería un aspecto muy juvenil. Su cara limpia sin apenas maquillaje aparentaba mucha menos edad. Y casualmente también era profesora en la Universidad de Castilla la Mancha.

— ¡Tenía ganas de conocer a tu madre, Sergio! —me recibió ...