Mi madre y yo, de vacaciones en la nieve - Relatos Eróticos

Mi madre y yo, de vacaciones en la nieve

... retrotraía a mi adolescencia cuando la idealizaba como mujer, una de esas ilusiones que darías cualquier cosa por realizar.

Se la notaba eufórica.

—Lo estoy pasando de cine. Tus amigos son majos, hasta me tiran los tejos —dijo de corrida. Se dio cuenta de que quizás había sido demasiado expresivo—. Bueno, no sé si me los tiran o es vuestra forma de relacionaros.

—Tranquila —la calmé—... Esta noche eres la estrella.

—Estoy poco acostumbrada a este ambiente.

—Anímate, si te apetece tontear, por mi no tengas problema.

— ¿Lo dices en serio? —preguntó asombrada.

—Dejemos los formalismos —Me acerqué a su oído, como si pretendiera compartir un secreto—. Se supone que somos «solo amigos».

Mientras tanto conversaba animadamente con mi madre, ella rechazó un par de invitaciones a bailar pensando los gilipoyas que una mujer así no me correspondía.

—Tendré que acabar aceptando alguna de las invitaciones...

—Si te sientes atraída...

—¿No te importaría? —seguía asombrada—. ¿Os quitáis las parejas unos a otros?

—Es Navidad, paz y amor. Eres totalmente libre.

—Uff. Eso es demasiado para mí. Yo he venido contigo y me marcharé contigo. Y no se te ocurra a ti mirar a otra —me respondió en un tono jocoso pero creo que en serio.

Aprovechó cuando el DJ pinchó unas canciones lentas para cogerme de la mano y sacarme a bailar. Conversábamos distraídamente, diciéndole cosas al oído que provocaban su risa. La cogía de la cintura atrayéndola hacia mí y ella se ...

... dejaba. Estaba encantadora.

Me acerqué a su oído y le dije que era la reina de la noche.

—¡Exagerado!

—He dado un repaso visual a la sala y no hay ninguna mujer como tú —reforcé mi opinión.

—Qué pena que solo me piropee así mi hijo.

—Habíamos quedado que éramos pareja —Sin que se lo esperara le di un beso. Se sorprendió y quedó paralizada.

—Mis amigos estaban mirando, era para que vieran que vamos en serio.

Al acercarnos a la barra, se acercaron sonrientes.

—¿Como lo pasáis? —preguntó Luisete sin dejar de contener la risa.

Ahora no podía hacerse la estrecha ante ellos y dejarme en mal lugar.

—Sergio está lanzado, me ha propuesto irme a su casa esta noche.

La mirada de mis amigos era de asombro. Todos presumíamos de conquistas y mi madre, ante sus ojos, era una victoria total.

—¿Nos vamos Sergio? La noche es larga —Se despidió de todos dándoles un beso uno a uno, dominando la situación.

En el camino a casa se la notaba eufórica por su desparpajo ante el resto de mis amigos.

—Gracias mami. Me he apuntado un tanto con ellos.

—Lo paso mejor con vosotros que con las amigos y amigos con los que salgo.

— ¡Podemos repetir! No te conocía tan divertida.

Nunca habíamos tenido conversaciones íntimas, quizás ya fuera hora.

—Seguro que tú debes tener mucho éxito. ¿Has salido en Londres con alguna mujer madura?

—A veces, cuando llevas copas, ligas con gente que no habías previsto. Una noche ligué con una italiana de 48 años que trabaja ...