1. Una pareja de lesbianas me usó a su capricho


    Fecha: 21/11/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos

    Hace cinco años más o menos, en una conferencia-charla que dio un sindicato, me senté al lado de dos chicas treintañeras con una estética rapera. Una, que luego supe que se llamaba Emma, llevaba una visera que cubría su melena rubia, una camiseta, mono vaquero con tirantes y tenis. La otra chica, que descubrí que se llamaba Rosa, llevaba una gorra que cubría una cabellera pelirroja corta, blusa, pantalón corto vaquero y sandalias. De cara eran muy atractivas y hermosas las dos, con algunas pecas en las mejillas de Rosa.
    
    La conferencia trataba sobre los libros “Doce pruebas de la inexistencia de Dios” de Sebastian Faure y “La Peste de Dios, La Bestia de la Propiedad y el Monstruo Social” de Johann Most.
    
    Después de una hora de charla, los conferenciantes abrieron una tanda de preguntas. Varias personas levantaron el brazo para dar su punto de vista o para que les aclararan algunas dudas.
    
    Para mi sorpresa, Emma levantó la mano para pedir la palabra y cuando le concedieron la vez, dijo:
    
    –La creencia en Dios es perjudicial hasta para experimentar un orgasmo intenso, verdaderamente placentero. Quien cree que un Ser Supremo lo vigila las 24 horas del día, tanto en sus actos como en sus pensamientos, se inhibe, por su ingenuidad, y, o se convierte en un ser frígido, u obtiene orgasmos muy pobres al no disfrutar de la sexualidad con naturalidad. Solo siendo atea, una llega a desinhibirse completamente y a disfrutar de una buena follada, sin ...
    ... remordimientos.
    
    Después de esta intervención, todos los presentes aplaudimos. En aquella reunión a nadie se le había ocurrido el unir la causa de la creencia en Dios con el efecto de obtener malos orgasmos. Fue una idea original.
    
    Decidí romper el hielo con mis audaces vecinas de butaca y me presenté.
    
    Cuando me dijeron sus nombres, Rosa apostilló:
    
    –Para recordarlos, asocia el nombre de mi compañera con el de Emma Goldman y el mío con el de Rosa Luxemburgo.
    
    –Muy interesante. Buenas referencias ideológicas y culturales –le contesté.
    
    Me comentaron que trabajan en una gasolinera.
    
    –Y tú, ¿a qué te dedicas? –me preguntó Emma.
    
    –Yo soy artista freelance. No me gusta tener amos. Soy punk aunque también me gusta el Rap Metal.
    
    –Pues esta noche hay un concierto tributo a Red Hot Chili Peppers organizado por diferentes grupos, ¿te apuntas? –me informó Rosa.
    
    –¡Cómo no! Buena música y excelente compañía. ¡Qué más puedo pedir!
    
    Decidimos hacer tiempo yendo de terraceo para refrescarnos e intimar más.
    
    Yo no sabía a cuál de las dos chicas le gustaba. A mi radar le costaba dar algún indicio sobre el tema. Las dos eran muy simpáticas y agradables conmigo.
    
    Después de dar varias vueltas por el centro de la ciudad y de hablar de todo un poco (música, tatuajes, filosofía, etc.), en otra de las terrazas en la que aterrizamos me decidí a preguntarles de forma directa y clara:
    
    –Bueno, y a todo esto, ¿quién de las dos está interesada en mí? Porque no acabo de captar los mensajes ...
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