-
Una pareja de lesbianas me usó a su capricho
Fecha: 21/11/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos
... que lo metiera en el garaje de su edificio y que aparcara en la plaza de unos vecinos que el finde suelen ir a la sierra. Así lo hice. Al salir del coche no pude reprimir darles unos buenos lengüetazos por el cuello y la nuca a las dos. Había cámaras de seguridad pero no nos importaba. Emma y Rosa me palpaban el paquete por fuera del pantalón y me decían “Si te portas bien dejaremos que nos la metas”. Yo no dejaba de lamerles y succionarles las orejas mientras les comentaba que eso era solo un aperitivo de lo que les haría en sus mejillones y ojetes anales. Arrimados a una columna del garaje hicimos una buena exhibición de puterío para ponerle los dientes bien largos al encargado de ver los videos de seguridad. Una vez ya dentro de su apartamento me enseñan la casa. Observo que en la mesita de noche de su alcoba hay un ejemplar de “La filosofía en el tocador” del Marqués de Sade. –Es nuestro libro de cabecera –comenta Rosa, y adoptando una postura regia, continuó–. Franceses un esfuerzo más si queréis ser republicanos. Y nos reímos recordando uno de los pasajes más sublimes del libro. Emma puso música de La Mala Rodríguez y comenzó a hacer un striptease. Rosa y yo nos sentamos en un sofá a deleitarnos con el show. De repente, Rosa me desabrocha la cremallera de los vaqueros y me saca la picha toda tiesa ya. Empieza a masturbármela con cierta dejadez, sin poner mucho entusiasmo en el asunto. Curiosamente ese desdén me excitó más y se me puso más dura y ...
... palpitante aún si cabe. Una vez que Emma quedó en pelota viva, le tocó el turno a Rosa. Emma se sentó a mi lado y continuó el pajeo que su novia me estuvo haciendo antes. Emma le puso más interés al ordeño. Yo ya comenzaba a sentir algún cosquilleo de placer por el interior del nabo. Una vez acabado el striptease Rosa, decidieron colocarse de rodillas con las piernas algo flexionadas, una en frente de la otra. Mientras se sobaban e intercambiaban filetes, yo, acostado en el suelo les iba comiendo las panochas y ojetes, chupeteándoselos bien. A continuación hice el amago de penetrar con mi rabo el coño de Rosa, y al comprobar que no oponía resistencia, se la fui introduciendo poco a a poco, hasta hacer tope en mi pubis. Mientras lamía y martilleaba con mi lengua el coño y el esfínter de Emma, con mi falo perforaba con fuerza el chumino de Rosa. Cuando Emma se corrió, llenándome la boca con sus jugos, cambié de posición. Comencé a hacerle un buen lavado de bajos a Rosa mientras le hincaba mi polla bien adentro en el berberecho a Emma. Con la punta de mi lengua le martilleé el clítoris a Rosa con tanto ímpetu que no tardó mucho en vaciarse en mi cara. No pude aguantar mucho más tiempo el ritmo del folleteo y me corrí en el chocho bien dilatado y chorretoso de Emma. Esta dijo: –Le dejaste bien limpitos los orificios a mi hembra. Ahora déjame relucientes también los míos. Trágate tu propio esperma. Date prisa, está a puntito de salir de mi almeja. Yo estaba ...