Podría ser mi hija (pero por suerte no lo es)
Fecha: 22/11/2024,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Montes Federico, Fuente: CuentoRelatos
A Lucía la conocí de casualidad. Ella estaba empezando Letras y necesitaba alguien que pudiera orientarla en Lógica. Un conocido mío me pidió si podía ayudarla. Me dijo que era una piba que, con gran sacrificio estaba siguiendo la Facultad. Me dio el número de su celu y la llamé. Me explicó sus dudas y quedamos en vernos para una charla. Le hice una cita en un bar cerca de casa y, al día siguiente nos encontramos.
Dos cosas me impactaron inmediatamente, su belleza y su humildad. Una belleza morocha, de finos rasgos, con la impronta de sus años (después supe que tenía 22) y un cuerpo bien formado, esbelto y delgado. Vestida con botas altas, pollera cortita, camisa y campera. De entrada hubo empatía y la charla se prolongó sin que nos demos cuenta. Según me dijo, la charla le sirvió mucho, pero le mostró también todo lo que le faltaba saber del tema.
Le ofrecí enseñarle. Le conté que era jubilado sin problemas de horarios ni tiempos y, si le servía, sería un placer darle una mano. Mi amigo me había súper recomendado, de modo que aceptó venir a mi casa dos veces por semana. Insistió en pagarme y le respondí:
- “No, no hace falta. A vos te falta la plata y a mi me sobra el tiempo. Me va a entretener volver a recordar Lógica”
Se desvivió en agradecimientos y nos despedimos hasta la próxima. El martes a la tarde, puntualmente, sonó el portero. Bajé a abrirle y la ayudé a entrar, sosteniéndole el paraguas ya que llovía intensamente. Al entrar en mi departamento, vi ...
... que estaba totalmente empapada. Le ofrecí una bata de algodón, si quería sacarse las ropas mojadas y secarlas frente a la estufa. Dudó y empezó por negarse, pero le insistí. Le dije que si tenía desconfianza, la dejaba sola y yo me iba al café de la esquina y que me avisara cuando podía volver. Se negó rotundamente y, con bastante recelo pero sin mucha alternativa si no quería resfriarse, aceptó. Fue al baño y volvió con la bata puesta y sus ropas en la mano, que colgamos en un tender para secarlas con la estufa. Cuando empezamos a charlar de Lógica, se fue aflojando y terminó sintiéndose cómoda y segura.
Creo que ese encuentro fue el que abrió el canal de confianza y simpatía mutua que fuimos forjando en pocos encuentros. Al mes ya venía con algunas masitas y compartíamos la merienda mientras avanzábamos en el estudio y a los dos meses le ofrecí que se quede a cenar y después la llevaba a su casa. Le había comentado que me gustaba cocinar y le había hecho probar varias de mis conservas y preparados caseros (chutneys, pollo a la vinagreta, tia maría casero, etc.) y me había comentado las ganas de comer goulash. Le dije que había preparado uno y le dije que se quede a comerlo. Dudó un poco, pero aceptó. Cuando llegamos a la casa, me abrazó un rato largo y me dijo:
- “Gracias”.
- “Por qué?, pregunté.
- “Por todo, por enseñarme y encima gratis, por tratarme con cariño. No sé porque lo hacés, pero me hace sentir bien”
-”Lucía, me gusta hacerlo. Tu compañía es ...