1. Podría ser mi hija (pero por suerte no lo es)


    Fecha: 22/11/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Montes Federico, Fuente: CuentoRelatos

    ... retraía, se sentía el temor que tenía y lo que le costaba entregarse. Debía tener muchas heridas que la frenaban. Siempre me pedía perdón y siempre le decía que no tenía que hacerlo. Incluso me ofreció que, si ya no aguantaba, me masturbaba o chupaba, lo cual rechacé.
    
    - “No mi amor, no hagas nada forzado. Ya va a llegar el momento en que vos, sola, vas a querer abrirte sexualmente a mi”
    
    Cuando llevábamos casi un mes así, en una noche que se había desatado una tormenta brutal, se quedó a dormir. Yo ya me había acomodado en el sofá y estaba empezando a conciliar el sueño, cuando sentí que se acercaba despacito, se arrodilló a mi lado y me dijo:
    
    - “No prendas la luz, acariciame”
    
    Empecé a acariciarle el cuello y la cara, la atraje hacia mí para besarla y sentí el contacto de sus pechos contra mi. Estaba desnuda. Suavemente le acaricié la espalda y la cola mientras seguía besándola. La aparte suavemente y mi boca fue a buscar sus pezones. Los lamí delicadamente mientras ella suspiraba.
    
    - “Despacito, tratame suavemente”
    
    - “No lo haría de otra forma”
    
    Me levanté, la tomé con un brazo por debajo de los brazos, con el otro le tomé las piernas y la alcé. Fui con ella en mis brazos hasta la cama. La acosté suavemente, la hice girar para ponerla de espaldas y le dije:
    
    - “Dejame acariciarte. Disfruta de mis caricias”.
    
    Me puse sobre ella y fui acariciando su espalda, sus nalgas, los muslos y bajé despacito hasta los pies. Los tomé en mis manos y los fui ...
    ... masajeando. Después volví a subir hasta sus nalgas y pasé mi dedo sobre la raya, rozando apenas su ano y su vagina. Tembló toda cuando lo hice. Seguí acariciando su espalda, la besé toda y besé su cuello. Luego, con delicadeza, la hice girar. La besé en la boca y fui bajando y besándola toda. Me quedé un rato largo en sus pechos, succionando sus pezones. Ella me dejaba hacer y respondía con jadeos y gemidos.
    
    Bajé hasta su pubis que apenas rocé y le acaricié las piernas y los pies. Volví a subir y delicadamente le abrí las piernas para meter mi cabeza y llegar con mi lengua hasta su clítoris, el cual lamí suavemente, mientras mi dedo índice acariciaba la entrada a su vagina. Cuando sentí que se abría introduje el dedo despacito mientras seguía lamiendo y besando toda su conchita. Ella se movía, se contorsionaba y gemía mientras sus manos se apoyaban en mi cabeza y me empujaba contra ella. Un momento después, sentí una respiración ronca, después unos gemidos y un espasmo que contrajo todo su cuerpo, mientras la presión de sus manos se intensificó, hundiéndome contra su sexo. Cuando sentí que se aflojaba, subí a besarla, sintiendo que me respondía con pasión.
    
    - “Gracias”
    
    - “Nunca me agradezcas el sexo. Lo disfruté enormemente. Y tengo una alegría enorme que te abrieras a mi”
    
    - “Aunque te enojes, te voy a decir gracias. Por esperarme, por tenerme paciencia. Por ser tan tierno y por haberme hecho sentir el sexo como nunca. Es la primera vez que llego al sexo con ganas y no por ...
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