Laura y el jefe: secretaria, psicóloga y puta
Fecha: 26/11/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
- Laura García García - dijo Juan recalcando cada palabra.
La nueva empleada, nerviosa, aguardaba de pie en el despacho del jefe. Llevaba pantalones de vestir negros, zapatos del mismo color y camisa blanca de manga larga. El pelo largo y oscuro le llegaba a la altura de los hombros. Rostro risueño de tez pálida, nariz discreta, y ojos carbón protegidos tras unas gafas de montura cuadrada y marco estrecho.
Juan se levantó de la silla mullida y caminó, con las manos tras la espalda, alrededor de su subordinada. Se fijó en el trasero, amplio y algo caído y pensó: "bonitos pechos".
La joven, sintiendo la mirada sobre su cuerpo, agachó la cabeza y trató de ocultar el rubor y el calor que subía por sus mejillas. Había metido la pata una vez más y eso le daba rabia. Había trabajado duro para llegar hasta ahí, había luchado contra los prejuicios para conseguir ese puesto y ahora.
Se rebeló en su fuero interno. Aquello no podía acabar así, seguiría, costase lo que costase. De repente, sorprendida de su propio atrevimiento, pero demasiado tarde para volverse atrás, se oyó a si misma pidiendo disculpas y dando consejos.
- Me he equivocado, lo admito, pero creo que puedo serle muy útil. Usted está día tras día soportando la presión de su cargo, guiando a la empresa hacia el éxito. Pero eso tiene un precio, una carga que recae sobre sus capaces hombros. Yo puedo ayudarle, no como consejera, pero sí como persona de confianza... puedo prepararle tazas de té, oír los ...
... lamentos que no puede compartir, darle un masaje... en fin, puedo ser alguien sobre el que descargar tensión.
El hombre la miró con curiosidad. Había algo en aquella mujer que le gustaba, algo...
Caminó hacia la puerta del despacho y echó el cerrojo.
Laura tragó saliva.
- Bien, hablemos. Tu idea no es tan descabellada. Sí, creo que podríamos probar. Lo único, me gustaría saber hasta dónde estarías dispuesta a llegar.
La joven, titubeando, trató de decir algo, pero su jefe hizo un gesto con la mano para que callase.
- No tienes que responder. Podemos probar. Por supuesto, no estás obligada a nada y te puedes negar a ello... me entiendes, yo necesito muchas personas a mi alrededor, una masajista, una psicóloga, una sirvienta.... una puta... ¿tú puedes ser todo esto? Obviamente el sueldo mejorará acorde a tu desempeño.
La empleada se puso colorada.
- Ya veo... - dijo Juan.
- Mire, yo necesito este trabajo y estoy dispuesta a todo.
Podía decirle más, decirle que en su día, había considerado eso de trabajar de señorita de compañía, pero vender su cuerpo a desconocidos la preocupaba. Esto era distinto, tenía un poco de todo y... bueno, lo de dar placer a su jefe no le desagradaba de entrada. No había tenido muchas ocasiones de intimar con hombres y aquí, si lo hacía bien, quien sabe, quizás podría darle gusto al cuerpo y cobrar por ello.
- Esta bien, quedas contratada. La semana que viene empezamos pero antes inclínate sobre la mesa.
La joven se apoyó ...