Laura y el jefe: secretaria, psicóloga y puta
Fecha: 26/11/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
... y la nueva nada. Pero no te vas a librar tan fácilmente, uno de estos días tienes que enseñarme tu culo. - continuó como hablando para si mismo.
- Por su puesto señor, lo que usted desee. - respondió la joven.
- Estoy cansado... acércate y siéntate aquí, sobre mis rodillas.
Laura hizo lo que le pedían apoyando sus posaderas sobre las rodillas de su jefe mientras, por el rabillo del ojo, notaba la erección de su miembro.
Juan la besó en los labios y ella respondió. Pronto las lenguas entraron en contacto. El beso era adictivo. El sabor como una droga, de los que crean dependencia.
- ¿Estás más tranquilo? - preguntó la empleada.
Él la miró.
- Si quieres puedo ayudarte con esto. - añadió Laura apoyando su mano en el paquete.
El hombre asintió.
La joven se incorporó y luego, agachándose, poniéndose en cuclillas, desabrochó el botón de los pantalones de su jefe, bajó la cremallera y tirando de pantalones y ropa interior, liberó el pene.
- ¿Puedo? - añadió levantando la mirada hacia a los ojos del varón.
Juan asintió y la joven comenzó a lamer la punta del falo con su lengua. Luego, abrió la boca y comenzó a chuparlo. El hombre gimió, disfrutando de la felación.
Unos minutos después, con los pantalones en su sitio, llamó a un cliente por teléfono.
******
Tres días después del pinchazo. Se presentó en la oficina una mujer altiva y segura de si misma. La ropa se pegaba a su cuerpo remarcando su silueta.
- Soy Paola, de F. Enterprise y ...
... quiero hablar con el encargado.
Laura se metió en el despacho de Juan y le anunció la visita. La cara de su jefe le dijo todo lo que tenía que saber.
El encuentro no duró más de diez minutos, pero fue intenso, muy intenso. Laura, que estaba presente, nunca había visto semejante comportamiento. Aquella mujer tenía un lenguaje de todo menos educado, alzaba la voz sin venir a cuento e incluso se atrevió a dar un par de puñetazos en la mesa. Por su parte, en una clase magistral de autocontrol, Juan mantuvo la calma y rebatió lo mejor que pudo todo.
Cuando la cliente abandonó la oficina, Juan estalló.
- Menuda zorra. Me daban ganas de... a ver, tiene parte de razón, pero eso no justifica que venga aquí a humillarnos. Desgraciadamente es una cliente importante... sí, se que da por culo un montón pero sabes, a veces no nos queda más remedio que aplicar vaselina y ponernos a cuatro patas... Si por mi fuese la tumbaba sobre mis rodillas y la calentaba ese culo respingón que no paraba de pavonear...
- Relájese... - dijo Laura.
- Si quiere puedo...
- No, hoy no... necesito… pero.
La empleada reflexionó unos segundos y tomó la palabra.
- Si quiere le enseño el culo... recuerda que me dijo.
- El culo... - dijo Juan recuperando el interés.
- Sí, y además, si quiere, puede darme algunos de esos azotes en los que piensa… quizás así se relaje.
- No, a ver, tu no te mereces azotes... aunque el otro día cometiste un error y... pero no...
- Estoy a su ...