Laura y el jefe: secretaria, psicóloga y puta
Fecha: 26/11/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
... sobre el escritorio.
Juan le dio un sonoro azote en las nalgas.
- Esto por tu error. Espero que no se den más errores en el futuro.
Laura asintió y dejó el despacho.
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El fin de semana paso con rapidez y el lunes, el despertador con ese sonido que tanto irrita, se dejó oír en la habitación de la joven empleada. Había puesto la alarma media hora antes de lo habitual para no llegar con retraso. Se duchó, se puso su mejor ropa interior y eligió un traje de una pieza gris.
La mañana transcurrió sin novedad, atendiendo al teléfono, repasando la agenda y preparando infusiones. Al llegar la tarde, Laura recordó a su jefe que tenía cita con el médico.
- Joder, con lo liado que estoy.
- La salud es importante. - replicó la asistenta.
- Ya, pero no puedo... tengo esta reu y si no voy nos van a joder.
El lenguaje de Juan estaba cargado de palabras gruesas y contrastaba con la educación y cuidado que ponía al hablar en público. Laura había notado esto y también que estaba más relajado cuando compartían despacho. Era otro hombre, más humano, más primitivo.
- ¿De qué se trata? Lo del doctor digo - comentó la empleada con tono suave mientras apoyaba sus manos en los hombros de Juan masajeándolos.
- Una inyección intramuscular. - dijo serio.
Y añadió.
- ¿tú podrías ponérmela? -
Y sin esperar respuesta dijo.
- A las cinco y media. Tienes las cosas en el cajón.
Y salió.
Laura reaccionó unos segundos después. Nunca había ...
... puesto inyecciones, tendría que mirar en algún sitio. Todo lo que sabía era que intramuscular significaba en las nalgas.
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A las cinco y media, como si se tratase de una enfermera, tenía todo dispuesto sobre el escritorio. El algodón, el bote de alcohol, la jeringa, su temida aguja y el frasquito con la medicina.
Juan entró, vio los preparativos y comentó.
- Vale, ¿qué hago? Me bajo los pantalones aquí.
- Si le parece apóyese en el escritorio mejor.
El hombre se desabrochó el cinturón y se bajó los pantalones y los calzoncillos dejando expuesto un culo bien formado y con algo de vello.
Laura, jugando a ser mayor, dejó a un lado pensamientos pueriles y se centró en cargar la inyección. Una vez que todo estuvo listo, frotó el algodón empapado en alcohol en el glúteo derecho y sin miramientos clavó la aguja.
- Relájate. - ordenó mientras, con medida lentitud, apretaba el émbolo de la jeringa administrando el medicamento.
Antes de que Juan comenzase a pensar en como escocía aquello, la joven terminó y extrajo la aguja, deteniendo con el mismo algodón una gota de sangre que manaba del diminuto agujero.
- Listo.
Juan se subió los calzoncillos y los pantalones.
- Gracias, casi no lo he notado.
Luego se sentó con cuidado y suspiró.
- ¿Ocurre algo? - preguntó solícita la empleada.
- Me has visto el culo. ¿Qué te parece? - dijo en tono cansado.
- Bien, tiene un culo interesante.
- Menudo piropo... yo aquí de jefe enseñando el trasero ...