Tuve sexo con el cura que me casó
Fecha: 29/11/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: andrea, Fuente: TodoRelatos
... anotar que ese cura era muy apuesto, en los corrillos del chisme las mujeres gozaban diciendo que era todo un papacito, que estaba muy bueno, que era todo un galán, caballero y que lástima que fuera sacerdote. Todo en señal de que lo deseaban en silencio y con mucho morbo.
El primer día de curso prematrimonial asistimos los dos, me puse un vestido azul, por insinuación de mi esposo pues me quería poner un jean, pero él me dijo que eso era grosero estar vestida así, que para esos cursos se debería llevar vestido como toda una dama, le obedecí, ese vestido me llegaba un poco arriba de la rodilla, parecía toda elegante para una fiesta.
El cura inició con una oración, nos hizo rezar a ambos, nos regañaba, nos llamaba la atención por no saber muchas cosas de la biblia, en fin, se necesitaba ese requisito para el matrimonio, así que, me relajé, empecé a distraerme pensando en otras cosas, seguramente el cura estaba mirando mis piernas cuando yo las iba abriendo un poco por accidentalmente o cuando las cruzaba para estar cómoda, es probable que el cura mirara más allá de la rodilla.
Se cumplieron los tres días en la misma tónica, al siguiente día le correspondía a mi esposo asistir solo para su charla personal y su confesión; después de ese día era mi turno. Llegué muy puntual a las ocho de la noche, después de asistir a la misa de siete. Me puse una blusa de transparencia media de color blanco, un brasier blanco para resaltar, una falda a cuadros y de varios colores, ...
... mis zapatillas de tacón, bien maquillada, perfumada y adornada.
Nos sentamos en su despacho, los dos solos, él al frente mío, nos separaba solo es escritorio; el cura inició con preguntas sobre mi vida, desde mi niñez, que para la confesión, le conté algunos aspectos de mi vida, él escudriñaba mucho mi parte sexual, eso le llamaba la atención, que con quien, que si me pagaban, que si a la fuerza, que esto o que lo otro; haciéndose cruces por mis aventuras que le contaba bajo el supuesto secreto de confesión, sin embargo, sus ojos me recorrían de arriba abajo y se quedaban en mis rodillas, queriendo explorar más allá o imaginando no sé qué cosas. Me hizo levantar de mi silla y dar una vuelta, comenzó a suavizar sus críticas para cambiarlas por halagos a mi cuerpo.
Me decía que merecía una penitencia bien grande por todas las aventuras que había tenido, que el sexo fuera del matrimonio y la infidelidad era pecado grave, que podía ir al infierno, que tenía que hacer una reflexión profunda para cambiar esos hábitos pecaminosos, y bla, bla, bla. También me decía que seguramente necesitaba un exorcismo para sacar el demonio que tenía adentro. En ese momento le dije: Padre, ayúdeme, no quiero estar poseída por ningún demonio, tampoco me ponga una penitencia tan grande que soy un poco perezosa para rezar, como puede ver soy más bien dada a otras cosas más mundanas.
El cura se levantó de su silla, se me acercó, olía a rico, su perfume me encantaba, hija, me dijo, ¿de verdad ...