Compañeros de piso (III)
Fecha: 30/11/2024,
Categorías:
Gays
Autor: Cravrelatos, Fuente: TodoRelatos
Desde la pillada en el salón, el piso se volvió un auténtico desmadre: Dani propuso al poco hacer del apartamento una especie de “refugio nudista de solteros”, es decir, pasearse en bolas constantemente por la casa. A mí me daba un apuro enorme andar completamente desnudo por ahí, pero a Alejandro le pareció una idea de puta madre, no sé si para provocarme también, como sabía que lo hacía Dani, o simplemente porque le molaba ir suelto.
La cosa es que el nudismo llegó para quedarse hasta el punto de que el perchero de los abrigos de la entrada se transformó en un lugar para colgar un par de “calzoncillos de emergencia” que ponerse en caso de que algún repartidor llamase a la puerta (aunque se quedaban muchas veces flipando igual por que alguien les abriese casi desnudo, especialmente si era Dani). Sin embargo, el ponerse los calzoncillos no aplicaba, por ejemplo, cuando salían a fumar a la terraza, ya que estaban convencidos de que, siendo un segundo, nadie les miraría, pero más de una vez pillé a las vecinas espiando detrás de las cortinas y, seguramente, tocándose mientras estos dos se apuraban un piti.
En cuanto al tema de follar, Dani me obligaba a veces a comerle el rabo. Sabía que iba a pasar porque se le notaba que ese día andaba cachondo en que su polla se ponía morcillona, no paraba de sobársela y esta empezaba a despegarse ligeramente de los huevos. Entonces yo podía tener la certeza que en cualquier momento me llamaría para que me metiera en la boca y ...
... reventarme la garganta sin importarle los lagrimones que soltase hasta lefar en ella. Alejandro, por su parte, era más contenido. No me había pedido que se la volviese a chupar, pero era un salido igual que Dani y había hecho del salón su lugar favorito para meneársela, lo cual a mí me ponía también de una manera bestial.
Este supuesto respeto hacia mí por parte de Alejandro fue lo que hizo que no me esperara para nada lo que ocurrió una tarde antes de que llegara Dani a casa en la que yo me había dormido en el sofá. De repente, cuando abrí los ojos, vi a Alejandro sentado mirándome con las piernas cruzadas y la polla morcillona. Inmediatamente me fui a levantar para irme de allí puesto que, aunque morbosa, la situación me parecía demasiado violenta. Sin embargo, cuando estuve de pie y me había girado, noté como dos manos me agarraban de la cinturilla del pantalón de chándal y me lo bajaban hasta los tobillos, dejándome paralizado por la sorpresa.
Entonces me giré y vi a Alejandro completamente empalmado y con una mirada de vicio que me recordó a la de Dani.
-Hoy te voy a follar por fin, puta, que el Dani me ha estado insistiendo en que no puedo estar más sin catar ese culito y hace ya un par de semanas que no la meto en caliente.
Alejandro no era tan fuerte ni un salvaje como Dani, así que, de haber querido, hubiera podido irme de allí y encerrarme en mi cuarto. Pero soy una puta, y la idea de que mi amigo supuestamente tímido que había vivido en aquel apartamento su ...