1. Un mal día (1 de 6)


    Fecha: 01/12/2024, Categorías: Confesiones Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... always take care to reduce unpredictability as much as possible.
    
    —Interesting, but... Sometimes unexpected things just happen. How do you react to the unexpected?
    
    —Well, I... I… —La pregunta me descolocó. Me gustaba tener todo bajo control y me intranquilizaba pensar en lo inesperado.
    
    —You get nervous?
    
    —Well... Maybe… a little.
    
    Entonces, Iriarte, quien estaba sentado frente a mí en el escritorio haciéndome la entrevista, salió repentinamente de mi campo visual. Su voz ahora provenía de mucho más cerca… me hablaba al oído. Yo estaba bloqueada y no podía girar para verlo. Extrañamente Iriarte ya no usaba el inglés…
    
    —¿Querés que te ayude a relajarte? ¿A bajar la ansiedad…?
    
    —Eso sería… very nice, Sr… —Escuché mi propia voz como un balbuceo incoherente.
    
    Entonces empecé a sentir un cosquilleo intenso en la entrepierna. Estaba completamente desnuda. Instintivamente me contorsioné en la silla intentando cubrirme, pero pude sentir que algo se deslizaba dentro de mí… algo que me llenaba por dentro.
    
    —Mmm… Acá abajo está como la mañana, Vero: todo empapado…
    
    La voz de Iriarte ya no le pertenecía. Sentí que perdía el control sobre mí misma, sobre la entrevista, sobre mi cuerpo… Entonces desperté.
    
    Abrí los ojos de golpe, pero al estar boca abajo no pude hacerme una imagen inmediata de la situación. El primer registro de lo que sucedía no fue ni el peso del cuerpo que yacía montado sobre mis muslos, ni el pistón que entraba y salía lentamente de mi ...
    ... cuerpo... Solo podía sentir el roce continuo del costado de mi cara contra la almohada. Por esa fracción de segundo que dura el instante liminal entre sueño y vigilia, estuve segura que era Nelson Iriarte quien me tenía tumbada de bruces sobre el King Size y me cogía rítmicamente.
    
    —¿Eh…? ¿Qué pasa? ¿Qué hacés? —Logré articular
    
    —Es una terapia para bajar el estrés en momentos de tensión: Se llama garchar. —respondió Emiliano con su sarcasmo habitual.
    
    Sentí que mi sangre se encendía, aunque no precisamente por los efectos de la terapia. Era bronca, indignación provocada por la situación de sometimiento en la que me encontraba. Estuve a punto de estallar en gritos y pataleos, pero me enfoqué en mi respiración. Inhalé y exhalé tres o cuatro veces mientras los roces de todo el costado derecho de mi cara contra la almohada se intensificaban al ritmo de las estocadas de mi pareja.
    
    —¿Vos nunca escuchaste hablar del consentimiento, no? —pregunté, respondiendo a su sarcasmo—. ¿No te das cuenta que estoy durmiendo?
    
    —Te pregunté si no te querías relajar con un mañanero y no me contestaste… Entonces lo tomé como un sí.
    
    Lejos de detenerse, intensificó sus embates. Sin voltear la mirada podía imaginarlo erguido sobre sus rodillas, balanceándose sobre mi cuerpo inerte que yacía entre sus piernas. Me resistía a girar. No quería verlo.
    
    —Para mi generación, el consentimiento es otra cosa, Emiliano—. Respondí, filosa, resignada, pero golpeando donde más dolía.
    
    —¿Ah, sí, pendeja? ...