Voy al fisio y me folla como terapia
Fecha: 06/12/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: kittysumise79, Fuente: TodoRelatos
... gustaría —confesé—. Entre los niños y que él casi siempre está de viaje…
—Comprendo. Muy bien, ponte en pie y quítate el vestido y las bragas.
Eso sí que no lo esperaba.
—¡¿Cómo?! —pregunté ahogada.
—Necesito hacerte una exploración. Cuando estés túmbate en la camilla, separa las piernas y sube los talones a ella.
Iba a morir de la vergüenza, no me había puesto sujetador y la postura que me pedía era de lo más vergonzante.
—¿No tendría que ponerme una bata? —pregunté.
—Aquí no las usamos, no te preocupes, no tienes nada que no haya visto antes.
El cuerpo me ardía, yo tenía cuarenta y cinco, mi cuerpo no era como el de una cría de dieciséis, y aunque me conservara bien me daba muchísimo pudor ponerme así delante de un chico que podría ser mi hijo.
«Es su trabajo», me dije.
Me quité la ropa, la puse en una percha, me subí a la camilla y adopté la posición que me pedía. Tenía unos pechos grandes y voluminosos, mis pezones se habían puesto duros al verme en aquella situación y notaba cierta humedad en la entrepierna.
Joan se acercó colocándose unos guantes de látex y sus ojos se deslizaron por todo mi cuerpo hasta detenerse en mi coño, sin tapujos, de manera abierta. Una sonrisa curvó sus labios, seguro que estaba viendo que estaba mojada.
—Muy bien —murmuró cogiendo un bote para echar lubricante en sus dedos—. Va a estar un poco frío, pero nada que no se pueda tolerar —anunció acercándolos a la entrada de mi vagina para metérmelos dentro. Su ...
... otra mano se puso en mi tripa—. Respira, solo te voy a meter un dedo y cuando estés lista, le meteré otro, ¿vale?
—V-vale.
¿Qué iba a decir?
Lo hizo con delicadeza, metiéndolo y sacándolo con suavidad.
—¿Bien? —preguntó. Yo asentí—. Genial, es muy fácil meterse dentro de ti, te derrites por dentro, no me habría hecho falta ni lubricante.
—¡Qué vergüenza! —dije en voz alta.
—Para nada, a los hombres nos encantan las mujeres que lubrican con tanta facilidad. ¿Puedo meterte otro dedo? —asentí y él lo sumó al anterior. Parecía que me estuviera masturbando, aunque yo sabía que era imposible, que no podía tratarse de eso, mi cuerpo iba por libre.
Metía y sacaba, metía y sacaba… Jadeé y Joan sonrió.
—¿Te gusta?
—S-sí —siseé.
—Bien, me gusta que mis pacientes estén contentas con mis tratamientos, no te reprimas, voy a meterlos más, intenta agarrarte los tobillos con las manos, ¿llegas?
—Lo, lo voy a intentar —gemí. Joan no dejaba de penetrarme.
Estiré los brazos y sujeté los tobillos con esfuerzo.
—Así, perfecto.
Su mano libre se puso a palparme la tripa, mientras que la otra seguía con su particular vaivén.
—Apriétame los dedos, Natalia, cada vez que sientas placer, hazlo, constríñeme.
Me relamí los labios, estaba muy excitada y todas las señales eran obvias de cuanto me ponía el fisio.
—Ahora —pidió ahondando la penetración.
Tensé los músculos de la vagina y él puso los dedos en forma de gancho.
—Así, sigue, sí es perfecto ...