Mateo y su hija prostituta.
Fecha: 10/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: koldo1980, Fuente: RelatosEróticos
Pasada la medianoche era su hora favorita cuando merodeaba en busca de diversión. Las putas y chaperos acechaban sin apenas discreción a su primer cliente de la noche -los más laboriosos tanteaban ya por un segundo-, congregados en las puertas de bares, saunas y en sombrías aunque transitadas esquinas. Tentadores rebaños de corderos para la hambrienta bestia merodeadora que era Mateo; guerrero de un clan norteño con aspecto de pulcro ejecutivo del siglo XXI y viceversa. Casi dos metros de músculos, vello corporal, testosterona y pura depravación sexual en traje de Hugo Boss.
La noche había transcurrido relativamente tranquila, podría decirse que bastante aburrida, aunque su paseo en coche a través del Distrito Rojo de la ciudad parecía estar a punto de animarse. La fugaz visión de una jovencita con pinta de prostituta, pero que físicamente le había recordado mucho a una de sus dos hijas, obligó a Mateo a abandonar su búsqueda de una ramera -o puto, si éste se le antojaba- con la que desfogarse esa noche. De manera que se desvió momentáneamente de su ruta habitual.
La chica en minifalda y tacones estaba siendo hostigada por tres tíos mayores que avergonzarían a sus respectivas madres, por lo que condujo hasta adentrarse en el callejón que tanto la perseguida como sus perseguidores habían tomado. Los faros de su deportivo gris no tardaron en iluminar la clásica escena de acorralamiento nocturno.
-Pero qué coño… ¡Valeria, sube!
Voceó Mateo, asomándose por la ...
... ventanilla tras hacer sonar varias veces el claxon. El objetivo de semejante cacería no iba a convertirse en presa esa noche, especialmente cuando al fin pudo reconocer claramente en el rostro de aquella muchacha asediada las facciones de su hija mayor.
Los neumáticos chirriaron sobre el asfalto cuando volvió a pisar a fondo el acelerador, una vez Valeria se sentara a su lado tras haber obedecido presta y sin titubeos la orden. Los macarras que la habían arrinconado balbucearon un par de improperios, con resignación y cegados aún por las luces largas del vehículo, antes de que sus figuras se vieran empequeñecidas en los espejos retrovisores hasta desaparecer por completo de escena.
Valeria tenía el rostro desencajado y le temblaban ligeramente las manos. Su padre le tendió un botellín de agua y ella se lo agradeció con la voz aún rota por el miedo y, ahora, también por la vergüenza.
Siempre había mantenido una relación muy tensa con su hija mayor, con ambas en realidad, pero Valeria se llevaba la palma en cuanto a lo rebelde de su carácter. El divorcio de su esposa no había contribuido precisamente a que aquello mejorara, más bien todo lo contrario, distanciándole de unas hijas a las que su ex mujer había puesto aún más en contra suya.
Por su parte, la chica le guardaba rencor por haberse desentendido de ella y de su hermana -económica y sentimentalmente- en el año y ocho meses que llevaban ya sin verse. Lejos quedaba en el tiempo aquella feliz infancia en la que Valeria ...