Mateo y su hija prostituta. - Relatos Eróticos

Mateo y su hija prostituta.

... agradable. O tal vez se equivocara.

-¿Qué supone hacerle una buena paja a tu viejo a cambio de tener un cuerpo sin magulladuras ni huesos rotos y seguir conservando todos tus dientes?

Mateo no se refería a una violenta represalia por su parte en el hipotético caso de que la joven se hubiera negado a satisfacerle -aunque fácilmente podía ser malinterpretado-, si no al irrisorio precio que Valeria había tenido que pagar por ser salvada de una agresión y robo -tal vez incluso una violación grupal- a manos de aquel trío de delincuentes.

-Es cierto, papá. No… No ha estado tan mal.

Respondió al fin Valeria, mientras se limpiaba las manos con un pañuelo de papel. No sonreía, aunque tampoco sonó especialmente sarcástica ni podía apreciarse en sus palabras esa falsedad de las putas que pretenden aparentar complacencia ante sus clientes. De hecho, y mientras volvía a cubrirse sus pechos, se lamentó a sí misma por haber disfrutado un poco de aquel incestuoso trabajo.

-Lo hiciste bastante bien, cariño. Considerando que te he obligado a hacerlo.

Aseveró su padre después de volver a subirse los pantalones y aprisionar dentro del tiro de éstos su camisa. Por último se ocupó de abrochar la hebilla de su cinturón, camuflando con una aparente indiferencia lo mucho que había disfrutado de aquel encuentro a pesar de sus reproches.

-Lo habría hecho de todos modos.

Confesó al fin Valeria, dedicándole esta vez una conciliadora sonrisa. Su padre clavó sus ojos en los de ella y, después de un silencio con ecos de eternidad, recuperó la posición correcta frente al volante y apagó las luces de cortesía del coche. Por último, una vez afianzado su cinturón de seguridad y ajustado el retrovisor, Mateo hizo girar la llave de contacto.

-¿Dónde vive esa amiga tuya?

El elegante ronroneo de aquel auto deportivo sobrevino a su pregunta. Confirmando con ésta que, aun siendo imposible que alguien le tildara de caballero, sí era un hombre de palabra.

CONTINUARÁ