Mateo y su hija prostituta.
Fecha: 10/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: koldo1980, Fuente: RelatosEróticos
... “bah” más resignado que verdaderamente despectivo.
-Vamos, puta. Termina con la mano o con uno de tus pies si así lo prefieres. Pero hazlo.
Le sugirió visiblemente enojado, en parte consigo mismo por lo blando de su concesión.
-Después te llevaré a casa de Sandra.
Añadió con un tono de voz fehaciente, ya que era un hombre de palabra a pesar de su escasa moralidad en muchos otros aspectos.
Aquel angelito vestido de prostituta quizás fuera en exceso inocente, y Mateo un diablo maduro demasiado consciente de su brutalidad, de sus dimensiones, como para ignorar el hecho de que iba a resultarle del todo imposible proporcionarle un ápice de disfrute, de reciprocidad, entre tanta vergüenza y desasosiego. A fin de cuentas se consideraba a sí mismo una bestia sexual, un portentoso amante ególatra y ahora también incestuoso, pero no un violador. Él necesitaba olfatear el miedo de sus presas, sentir el tacto y la posesión de las riendas entre sus dedos, siempre y cuando una chispa de deseo o de absoluta entrega en la mirada de sus víctimas le reafirmara en el tipo de dominante que era y no le hiciera sentirse culpable por ello.
La muñeca de la mano diestra de Valeria fue guiada de nuevo por su bruto padre. Éste la instó con premura, aunque con bastante menos fiereza que antes, a que reanudara su interrumpida faena.
-No… No soy ningún monstruo. Aunque entiendo que hayas podido pensar eso de mí.
Se sinceró Mateo un par de minutos después de que su hija retomara la ...
... labor, cruzadas ambas manos en su nuca y con la mirada puesta en su propio miembro siendo masturbado.
-Sólo soy un tío cachondo y estresado que no deja pasar la menor oportunidad de sentirse mejor al terminar el día. Y creí ver en ti una de esas oportunidades.
Resopló burlón tras decir aquello, con desgana y para sí mismo. Su actitud era la de un tipo con el suficiente pasotismo y sentido del humor como para reírse de sus propias equivocaciones. Y también de las de los demás, aunque fueran las de su hija.
-No tan deprisa, joder.
Se quejó Mateo al cabo, después de su extraordinaria bajada de guardia. Justo después, y nuevamente para sorpresa de Valeria, el hombre le dedicó una sonrisa cálida y extrañamente cómplice. Ahora ya sabes como soy, pareció que le indicara sonriéndola de aquella manera. No deberías temerme tanto ni tomártelo como algo indigno.
-Aunque tampoco he dicho que te detengas.
Le reprochó al sentir como el puño de la chica, que por un instante se mostró absorta en sus pensamientos y conclusiones, desaceleraba su oscilación hasta el punto de casi cesar aquella labor impuesta. En esta ocasión no pareció achantarse tanto por el tono dictatorial de su padre, de sus correcciones y mandatos, quizás al considerarlo más socarronería y rudeza en su juego que verdaderas órdenes de un cruel y despótico depravado. Probablemente, el verse liberada de engullir aquel miembro descomunal también contribuyó a que se relajara un poco más. Tanto era así que, por ...