1. La suegra acaba entregando su culito al yerno


    Fecha: 12/12/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... invitaba a mucho más que caricias. Cuando introducía mis dedos en su coñito, me detuvo.
    
    —Para, para. Si sigues vamos a liarla aquí y no puedo dar este ejemplo en mi tienda.
    
    Regresé a casa excitada y todavía empapada. ¿Estaba cambiando algo en mí? Nunca había sentido la atracción sexual por una mujer. El cabrón de mi yerno me estaba volviendo loca. Entré en casa con mi cabeza aún absorta, me habría dejado follar por ella en el probador. Era tan sexy.
    
    —¡Ay, me has asustado! —exclamé al notar las manos de Beltrán abrazándome por detrás.
    
    —Me gusta saber que te excito pero no que te asusto.
    
    —A veces me da miedo sentir tanta excitación contigo.
    
    —A mí me daba miedo pensar dónde estabas. Júrame que no has estado con otro.
    
    ¿Se podía considerar otro a Carmina?
    
    —Te lo juro, era una amiga.
    
    Una amiga que me había dejado excitada y lo iba a pagar la polla de mi yerno. Le sorprendí cuando tomé la iniciativa y le bajé su pantalón.
    
    —¿No puedes esperar a esta noche?
    
    —Será solo un aperitivo.
    
    Su polla ya estaba preparada pero le faltaba un punto. Lo masajee rápidamente, no había tiempo para jueguecitos. Los jueguecitos yo los había hecho con Carmina y él no los necesitaba.
    
    Me agaché para acabar de empalmarlo con mi boca y me entregué con tanta pasión que enseguida me retiró.
    
    —¡Para o te quedarás sin polvo!
    
    Me tendí en la cama. Estuve tentado a decirle que probara mi culo pero no podía ser todavía. Quería ofrecérselo pero debería prepararlo ...
    ... mejor. Se la cogí y la centré en el sitio. Solo tuvo que empujar para que se deslizara entera. Me tomó de la cintura en una posición que sabía que le encantaba. Pero esta vez no me contenté con que empujara y esperarle. Con cuidado, sin que su polla saliera de mi coño, le pedí que se acostara sobre la cama y me senté sobre su polla, una pierna a cada lado de su cuerpo, insertada por su todavía erecta polla.
    
    —¿Tienes ganas de correrte? —pregunté.
    
    —Sí cabrona, pero no tengo prisa.
    
    —Muy bien.
    
    Me sentía muy segura mientras subía y bajaba del tobogán en el que había convertido la polla de Beltrán. De cuando en cuando me frenaba, acariciaba su polla, miraba hacia atrás y lo veía con los ojos cerrados tratando de controlarse para aguantar más. Repetí el juego durante el tiempo que necesité para estar yo otra vez preparada y entonces desencadené un terremoto de movimientos sobre su polla que destrozaron su defensa, asiéndose a mis tetas mientras se corría.
    
    —Dios suegra, como has venido.
    
    —Anoche te saltaste la dosis y tenía mono.
    
    —Tu hija ayer estaba activa y no podía desaprovecharlo.
    
    Cuando pasaron los temblores de ambos, abandoné mi puesto de vanguardia y me giré, colocando mi cabeza a la altura de su polla.
    
    —Te has portado bien chiquitina. Sigue así y tendrás un premio —Le hablaba a su polla pero mi yerno debió entender que el premio iba para él.
    
    —¿En qué premios estás pensando?
    
    —Esta noche lo comprobarás. Pero antes me tienes que tratar como a una ...
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