La suegra acaba entregando su culito al yerno
Fecha: 12/12/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos
... reina.
—¿No lo hago ya?
—De puertas para adentro. Esta noche quiero que salgamos.
—Estás perdiendo el miedo a que nos vean.
—Invitar a tu suegra a cenar es algo tierno.
Me arreglé para disfrutar de una noche especial. Al mirarme en el espejo, la seguridad que iba alcanzando, me hacía sentirme rabiosamente atractiva.
—Pensé que no podías mejorar, pero me equivoqué —me dijo al verme.
—No todas las noches me invita un apuesto joven.
Fuimos a un coqueto restaurante. Nos pasaron a una mesa en un rincón apartado. La decoración era vanguardista y las mesas estaban cubiertas por gruesos paños de color granate a juego con los cortinajes.
—¿Te gusta? Quiero que sea una noche especial para ti.
—Yo también quiero que lo sea para ti —respondí sin adelantarle la sorpresa que le reservaba.
Cuando se disponía a elegir el vino, lo detuve.
—Esta noche nada de alcohol. Hoy vas a necesitar toda tu energía —le reté.
—¿Seguro? Me tienes sobre ascuas. ¿Qué has pensado?
—Disfruta la cena, todo a su tiempo.
Rápidamente adquirimos un estado de euforia, sintiéndonos como una pareja convencional por esa noche.
—Necesitaba una salida así, no quiero verme solo como tu concubina.
—No lo eres, aunque la situación sea tan especial.
—No sé qué me pasa contigo, que puedes conducir mi voluntad. Tu magnetismo me domina.
—Aún no hemos llegado a nuestro máximo, tenemos que hacer que nuestra relación pase a otra dimensión.
Con su mirada picarona ...
... disimulaba que por debajo de la mesa se había descalzado y jugaba a merodear con su pie desnudo en torno a mi coñito. No sabía él que en dos días me había transformado, ya no iba a ser su putita metida en casa, tenía que demostrarle que yo también podía sorprenderle. Tomé su pie y lo restregué por debajo de mi falda contra mi coño sin dejar de mirarle.
—¿Te atreves a follarme aquí? —Mi nivel de provocación iba en aumento.
—Vamos al baño... —se hizo el valiente.
—He dicho ¡aquí! —y para marcarme un farol comencé a ladear los cubiertos de la mesa. Su expresión mudó, dudando si estaría dispuesta.
Sus ojos brillaban de fuego, su sonrisa morbosa, peligrosa, evidenciaba que su mente no paraba de imaginar.
—El cartero siempre llama dos veces. En nuestro caso, te llamará más tarde, en casa.
Entre risas, disfrutamos del final de aquella exquisita cena. Cuando trajeron la carta de postres, le hice un gesto de negación con la cabeza.
—El postre lo tomarás en casa.
No dejé que se enfriara su entusiasmo durante el corto trayecto en coche arriesgando a un accidente donde aparecería con los pantalones bajados. Al entrar, sin dar siquiera al interruptor de la luz, me arrastró hasta la mesa que presidía el salón, tiró al suelo los libros que la decoraban, me sentó y bajó mis bragas queriendo beber de la fuente mágica.
—Esta mesa es más cómoda que la del restaurante. Sírveme el postre.
Dejé que oliera y se calentara unos segundos, retirándole inmediatamente. Empezaba a ...