Segunda sesión real con la sumisa vaquita
Fecha: 16/12/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: DominusBleatus, Fuente: TodoRelatos
... elevados y clavados en las nalgas, palmas de las manos bocarriba sobre los muslos, pecho hinchado con sus pesados pechos bien exhibidos para mí, barbilla baja. Respira rápido, excitada. Veo un hilo de flujo que ya pende de sus labios del coño, entreabiertos.
—Vamos a hacer un ejercicio, vaquita. Lo fácil sería usarte, tomarte, y follarte de inmediato. Como digo: lo fácil. Pero no es lo que quiero. Voy a hacer otra cosa…
La hago quedarse delante de mí. Está totalmente desnuda, veo sus gordas tetas agitarse mientras respira profundamente, está excitada. El coño, rasurado, está hinchándose. Nunca se había mostrado así, desnuda y en persona ante otro ser y ahora está mostrando lo esclava y zorra que es.
—Escúchame bien: no vas a tocarte. Voy a hacer una cosa contigo y no vas a tocarte un solo pelo. Cierra los ojos.
Escúchame bien, solo escucha mi voz. Tu cerebro es quien interviene aquí. Ahora en la mente me ves, ves cómo avanzo hacia ti, cómo camino a tu alrededor. Me hueles, me sientes.
Solo podrás hablar, pero no moverte en ningún momento.
Siento su excitación.
—¿Te palpita el coñito? —lo miro, le chorrea. Tiene el pelo rubio recogido y noto el pulso en su cuello. Todo mi ser reclama ponerme de pie y usarla como mi propiedad que es, pero la eduación y el entrenamiento están primero. Y tengo que demostrarle algo, además.
—Mucho
—Contráelo. Hazlo pulsar. Concéntrate en tu clítoris de vaca.
Pulsa
Pulsa
Pulsa
Se muerde los labios. Veo ...
... cómo su vientre se agita. Su barriguita también.
—Joder. Joder —su voz empieza a sonar estrangulada. Caen gotas de su flujo al suelo.
—Imagina que entro dentro de ti. Despacio. Tan empapada que cuando choque contra ti se escucha un "chof" de lo jodidamente húmeda y cachonda que estás, como el animal que eres.
Palpita.
Siente que el orgasmo se acerca.
—Mmm… joder… joder… DUEÑO… —esa última palabra es más gemida que pronunciada. Veo sus muslos gruesos temblar, sus grandes pechos se agitan.
—¿Quieres correrte? No te toques con las manos. Deja que el orgasmo venga a ti.
—Mírame, no me toco, Dueño… es difícil… Si sigo así un rato… quizás
—Hablas demasiado. Siente la pulsación hasta tu ano. Todo.
—Oh, joder…
Oh…
MUU…
Tendríais que haberle visto la cara cuando mugió, cómo se transforma, cómo empieza bajo y acaba asentándose como su gemido natural… cómo cambia y no tiene boca, tiene un puto y sucio hocico.
Prosigo, provocándola.
—Te abro de piernas, tumbada en el suelo —gime—, veo lo húmedo e hinchado que lo tienes, así, haciendo un charco, como ahora. Te lo acaricio con la punta de la polla. Resbalo de tu ano a tu coño. Y entro. De golpe. Estrecha. Ceñida en torno a mí polla. Tu clítoris duro.
—Oh… oh…
—Cojo tus enorme ubres…
—Ubres… ubres… tengo ubres, ubres de animal gordo… ahh…
—Tus pezones son mordidos.
—Amo… Dueño… Tóame entera… coge toda mi vida… ah, uf, uf…
—¿Te llegan las ubres a la boca? ¿Puedes morderlos, puta ...