El tormento de Elsa (revisado) 49 a 51 - Relatos Eróticos

El tormento de Elsa (revisado) 49 a 51

Aquellas tres mujeres, pensó Elsa, eran putas, o por lo menos lo parecían.

Faldas muy cortas, tanto que se adivinaba que no llevaban ropa interior, medias hasta los muslos, cada una de un color, una rojas, otra negras y otra blancas; zapatos de plataforma, tops apretados dejando adivinar unos pezones grandes y duros, maquilladas, hablando entre sí con acento eslavo… Si, se dijo, eran putas, sin duda, y Silvia tendría que comerlas el coño a las tres, y quién sabe qué más, incluso quien sabe lo que harán a ella misma. Todas traían un bolso, de tamaño normal. Sonrieron al verlas y se acercaron, una a una las acariciaron la cara diciendo algo en ruso, parecía. Uno de los hombres sonrió y contestó algo en el mismo idioma., era alto, gordo, fuerte. Elsa magino una polla apestosa y olorosa, como la del gordo del metro, pero mucho más gorda. No tardaría en saberlo, supuso. Los otros hombres eran grandes, pero fuertes, no gordos. Hablaban también entre ellos en ruso.

-¿Una copa antes de cenar, o pasamos ya a la cena? - preguntó Javier.

Uno de los invitados miró la hora.

-Antes habrá que prepararlas. - contestó en castellano pero con acento ruso.

-Oh… si… perdón, quería hacerlo delante de ustedes. - Dijo Javier sonriendo.

¿Prepararlas? Aquello no gustó a Elsa.

-Puri… trae la decoración. - dijo sonriendo Luis.

Puri obedeció, fue al piso de arriba, y volvió con una bolsa de plástico negra.

-Poneros de pie, piernas abiertas y separadas. ¡Ya! - ordenó ...

... Luis.

Las dos chiquillas obedecieron. Las rusas comentaron algo entre risas.

-Sivia, tu, que estarás debajo de la mesa, llevaras esto.

Los ojos de la niña se abrieron como platos al ver lo que su madre sacaba de la bolsa. Era una especie de arnés, como un cinturón, con dos enormes consoladores.

-No… por favor… - gimió.

Luis fue tras su hija y azotó su culo con la mano.

-Lo llevarás, o no hay trato y te dejaremos a solas, ya mismo, con estos amigos.

Elsa gimió por su amiga, Silvia de terror. Puri se acercó y ayudó a su hija ponerse el arnés, introduciendola en cada agujero uno de los enormes falos sin lubricarlos antes. Silvia, gimiendo, notando como la atravesaban las paredes estrechas de sus entrañas, su coño seco produciendo un ardor sin igual, notó como su madre ataba el arnés a su cintura. A continuación, pulsó un pequeño botón que había en el arnés y ambos consoladores se encendieron y empezaron a vibrar dentro de la chiquilla que gimió cerrando los ojos, notando como la recorría por dentro el placer.

-Tiene tres niveles, se controlan con esto - dijo su padre enseñando un mando - está en el 1, con el 2 pensaras que tienes dentro una polla tan gorda como un buen calabacín. El tres hará que creas que la polla de un caballo te está taladrando.

Silvia gemía, sin poder controlar su excitación, con los pezones duros como rocas, lo que hizo sonreír a todos.

-También llevarás esto.

A continuación sacó de la bolsa una cadenita. En cada extremo había unas ...