Mi hermano me folló gracias a su mujer
Fecha: 24/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: jovenesalegres, Fuente: TodoRelatos
... ropa.
Marian, apoyando la mano en su paquete, le besó con pasión. Decidía intervenir y metí mi cabeza entre la de ambos. Los tres sacamos las lenguas fuera de la boca y comenzamos a besarnos así, restregándolas las unas con las otras. Él nos acariciaba el pelo mientras que yo le pellizcaba juguetona los pezones a ella.
Sin mediar palabra, mi cuñada me desabrochó y dejó a la luz mis pechos. A comparación de los suyos, parecían gigantes.
—¿Echabas de menos sus tetas? —Preguntó a su marido.
—Ya lo creo —dijo mirándome con lujuria—. Desde que empezaron a crecerle y yo a interesarme por las chicas nunca he dejado de mirárselos.
—Haz lo mismo que yo —le pedí ignorándole.
Nos sentamos cada una de espaldas sobre una pierna de César. Puse mi mano sobre su tanguita, y ella hizo lo mismo. Estaba ardiendo.
Gemíamos mientras nos masturbábamos al tiempo que César nos toqueteaba las tetas con sus manos. El hombre estaba muy sonriente, pudiendo haber cumplido alguna oscura fantasía sexual. ¡Tenía cuatro tetas para él!
Nos estiró un poco de los tanguitas dejando a la vista nuestros sexos. Marian tenía un poco de pelo frente al mío que estaba depiladito.
El ritmo de nuestros gemidos aumentó a medida que nos masturbábamos más rápido. Sentí un cambio cuando la gruesa mano de mi hermano se posó en mi sexo. Hizo lo mismo con Marian.
Pronto, en un ejercicio de absoluta coordinación, nos masturbó a ambas a la vez. Parecía tener un motor en sus manos.
—Bueno ...
... cuñada, ya es hora que le devolvamos todo este placer a mi marido...
Las dos escapamos de sus garras y nos arrodillamos a sendos lados suyos en el sofá.
Marian desabrochó rápidamente el cinturón y el botón del pantalón, y bajó la cremallera. Metió su mano en el interior para sacar una polla bien dura y tiesa.
—Tú primero —me dijo ofreciéndome el pene sujetándolo por la base.
Ni corta ni perezosa lo sujeté, y escupí sobre el prepucio sorprendiéndoles. Después me lo metí en la boca absorbiendo mi propia saliva y jugueteando con mi lengua sobre su punta.
Le devolví el falo a mi cuñada y ella intentó imitarme, con la mala suerte de que su saliva le cayó en parte en la mano. Mientras que ella le abrillantaba la punta del pene, yo le lamí la mano al mi cuñada limpiándola.
—Chupármela las dos a la vez —propuso él.
Le masajeé los testículos y, sujetándole la base, me introduje su prepucio dentro de la boca. Marian se acercó, y colocando su mano sobre la mía para afianzar el instrumento, comenzó a lamer la parte media del pene que no estaba dentro de mi boca.
Ambas nos separamos unos segundos y nos quedamos mirando la una a la otra. Después, nuestras lenguas lamieron su capullo hasta, irremediablemente, terminar encontrándose y chocando. Llevada por la excitación, besé a posta la lengua de mi cuñada. Concentrada, no me había dado cuenta que César tenía una mano puesta en nuestros respectivos culos.
—Cariño, ¿Es así como recuerdas a tu hermana?
—Así no. Así ...