1. La mojigata


    Fecha: 30/12/2024, Categorías: Hetero Autor: Abraxas Dom, Fuente: CuentoRelatos

    A mis 19 años estudiaba en la ciudad de Puebla, venía de una ciudad mediana de la costa del Golfo de México y me enviaron mis padres a estudiar. Me costó un poco adaptarme al ambiente conservador de la ciudad en aquellos años. Mi carácter abierto, despreocupado y festivo a muchos les resultaba refrescante, pero no a todos. Cuando esta con los compañeros de la escuela en algún café o restaurant y yo festejaba a carcajadas cualquier ocurrencia, notaba las miradas de reojo de algunas mesas que les parecía poco adecuado mi comportamiento.
    
    Empezaba a tener más seguridad en mí mismo y no me importaba, prefería divertirme abiertamente.
    
    Estaba en muy buena forma, con mi 1.86 de estatura y practicante de artes marciales, cada vez era más consciente que tenía cierto atractivo. Había pasado la etapa de inseguridad que tuve poco tiempo antes que me producía el hecho de que al caminar por la calle notaba las miradas que me tiraban las mujeres y también de algunos hombres, que hacían que instintivamente comprobara si llevaba la bragueta abierta y llegando a casa me revisara en el espejo para tratar de descubrir si había algo mal en mí. Entendí que les atraía y en realidad me estaba sabroseando.
    
    Pero no era un conquistador, a pesar de mi carácter extrovertido era algo tímido con las mujeres. Y en aquel ambiente cogerse a una mujer era una verdadera hazaña, había que invertir meses de citas, cenas y gastos para que al final no se concretara o no faltaba la que quería antes la ...
    ... promesa de casamiento. Pero no cejaba en mis intentos. Mi desfogue era regresar en vacaciones a la ciudad de donde venía. Ahí era mucho más fácil.
    
    La escuela me parecía fácil, me sobraba tiempo y mis padres me daban lo suficiente para vivir con holgura.
    
    Así que tomaba cursos por la tarde, de cualquier cosa que me pareciera interesante dentro y fuera de la escuela. Siempre me ha gustado aprender cosas nuevas.
    
    Me inscribí en un curso de superación personal por las tardes. Era el más joven del grupo. La mayoría empleados de gobierno, pequeños empresario y profesionistas, entre ellas una señora de unos 50 años que no me dejaba ni sol ni sombra.
    
    Y también Gloria, una señora de unos 30 y tantos años, ama de casa, melena corta, de complexión regular de cara más o menos bonita y no sabía decir mucho más, porque siempre vestía con falda holgada abajo de media pantorrilla y blusa de manga larga con resorte en las muñecas y cerrada hasta el último botón del cuello, con un pequeño crucifijo por fuera de la blusa. Constantemente hacia pequeñas muecas de desagrado ante cualquier comentario que considerara inapropiado.
    
    De no ser por el discreto maquillaje, las diminutas flores estampadas de su blusa y los tacones, habría jurado que era una monja en su día de salida del monasterio.
    
    No intenté nunca durante el curso establecer comunicación. Todo en ella me decía ¡Aléjate! Solo las interacciones del curso, aunque a veces notaba su mirada en mí. Seguramente para desaprobarme, ...
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