La mojigata
Fecha: 30/12/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Abraxas Dom, Fuente: CuentoRelatos
... pensaba yo.
Faltando poco para terminar el curso, a la salida se acercó a mí.
-Hola, quedamos reunirnos con otros compañeros mañana para hacer el ejercicio que nos dejó el instructor- Dijo.
-Ah caray, ¿Cuál ejercicio?- Le contesté. Pensando que seguramente estaba distraído o lo pidió cuando me levanté al baño.
No te preocupes, yo tomé nota- me dijo, mientras escribía una dirección y me la entregaba. Nos vemos en mi casa mañana sábado a las 8 de la noche. ¿Puedes?
Sí, sí, ahí nos vemos sin falta- le contesté.
No era muy lejos de donde vivía, así que al día siguiente tome un baño, me cambie de ropa y fui caminando a la cita.
Me abrió la puerta ataviada con un vestido verde estampado, arriba de la rodilla, cuello en V y brazos descubierto. No era muy atrevido, pero me sorprendió que no anduviera vestida de hábito por su casa.
-Te doy algo de tomar- me dijo. Mientras me sentaba en la sala y la observaba servir una cuba de ron, con igual cantidad de alcohol que de refresco de cola. Se preparó otro un poco más ligero para ella.
Mientras yo observaba discretamente aquella casa de clase media baja, casi sin lujos, un altar de la virgen en la estancia y algunas imágenes religiosas más.
Y mis ojos se posaron en un título de médico con la foto de un hombre delgado. No había ninguna señal de que hubiera niños en esa casa.
Me entregó la bebida y empezamos a platicar, a los pocos tragos empecé a sentir cómo esa distancia que yo había puesto en mi mente ...
... hacia ella se desvanecía y ella también estaba mucho menos lejana y sin ese aire de custodia de la buenas costumbres.
-Es doctor algún familiar tuyo- Pregunté. Caminó hacia mí y extendiéndome otro vaso de bebida, se sentó junto a mí.
-Es mi marido- Contestó. Es doctor. Hoy no está, los sábados acude a un pueblo a una hora de aquí y se queda a dormir en la parroquia donde da consultas gratuitas. Regresa mañana a las 7 de la mañana en el primer autobús que sale de allá.
Por cierto, no invite a ningún compañero, no dejaron ningún ejercicio- dijo, sentándose junto a mí.
Empezó a besarme y respondí metiendo la mano bajo su falda, le apreté las nalgas macizas. Abrí su escote, le saqué un pecho chupándole el pezón, busqué con mi mano su sexo y enterré los dedos en él. Estaba tibia, mojada. Tenía la mirada acuosa, las mejillas sonrosadas y respiraba con pequeños jadeos.
De pronto se levantó, me tomo de la mano y me llevó de prisa a la habitación de la planta alta que estaba presidida por un enorme crucifijo, ahí empezó a quitarme la ropa con desesperación, la arrojó de cualquier manera junto a la cama y se desnudó. Tenía buen cuerpo con una pequeña barriguita bajo el ombligo donde le empezaba una linda pelusa que llegaba hasta el vello lacio y suave de su sexo.
Se arrodilló y empezó a chupármela con más desesperación que pericia.
La acosté en la cama y empecé a recorrerla de arriba a abajo succionando los pechos y entonces me tomó la cabeza entre sus manos, me ...