Me follaré a tu hija 2 - Relatos Eróticos

Me follaré a tu hija 2

... visto así. Félix seguía gritando, pero dirigía los insultos a su propia hija, incapaz de creer que me estuviera encubriendo.

Todo había salido a la perfección. A Félix no le quedó más remedio que irse de casa, aunque juró volver para vengarse. Los tres nos quitamos un gran peso de encima, aunque mi tía no dejaba de repetir que no sabía que su marido fuese capaz de llegar hasta ese punto. Me sabía mal mentirle, pero sería más feliz sin ese energúmeno en su vida.

Estuvimos días sin saber nada de Félix. Días de paz y tranquilidad en los que ya no se escuchaban gritos ni había discusiones. Comencé a buscar trabajo con más ahínco, en esa casa sí me apetecía vivir y colaborar económicamente. Me olvidé durante un tiempo de mis aventuras sexuales. Dejé a mi novia y a Coral, ambas merecían algo mejor que yo.

También mi prima merecía algo mejor, pero estaba dispuesto a convertirme en el nuevo Martín, por ella. No tenía intención de tener nada romántico con mi prima, pero, mientras durara lo nuestro, quería que fuese feliz. Ya había tomado la decisión de seguir disfrutando de ella y que me defendiera fue determinante para seguir dándole lo que tanto deseaba.

Sabía que a Rebeca le faltaba mucha experiencia en la cama, pero a cambio me ofrecía un cuerpo joven y totalmente entregado, un coñito que se mojaba como ninguno otro con el que hubiera estado y la posibilidad de hacerlo sin condón. La ventaja más importante era ternerla en casa y pasar todas las tardes ...

... solos.

Follábamos todas las tardes, era una instituto. En cuanto llegaba del instituto, se metía en mi cama y teníamos sexo hasta que llegaba su madre. A los pocos días ya hacía unas mamadas deliciosas, casi tanto como el néctar de su coño. Seguía empeñada en que me corriera dentro, aunque en eso no la podía complacer, era demasiado arriesgado.

A las dos semanas de la gran discusión, Félix volvió a la carga. Llamaba constantemente a su mujer y a su hija, aunque no le contestaban. A mí me enviaba mensajes amenazantes que tampoco respondía. Era lógico que quisiera recuperar a su familia, pero estaban mucho mejor sin él.

Podía ignorar todo lo que me escribía, pero mi paciencia tenía un límite y él lo traspasó en el momento en que volvió a mencionar a mis difuntos padres. Si quería volver a pelear, sabía dónde encontrarme, pero Félix solo buscaba que cayera en el error de volver a enviarle algo que pudiera utilizar en mi contra. Tenía que contenerme para no responderle que me follaba a su hija todos los días.

La que más me preocupaba seguía siendo mi tía. Por un lado parecía aliviada, pero también se podía ver en su cara la culpabilidad por haberse casado con un hombre así y por permitir muchos de sus comportamientos. Desde que Félix se largó, ella y yo fuimos recuperando la confianza que en su día tuvimos.

- Sabía que no era ningún santo, pero no lo creía capaz de algo así.

- Tú no tienes culpa de nada.

- ¿Cómo pudo inventarse que tú habías abusado de Rebeca?

- El odio a ...