1. Mi hija en Omegle (19)


    Fecha: 19/01/2025, Categorías: Incesto Autor: DaddyBabygirl, Fuente: TodoRelatos

    Llegué a casa de María todo lo rápido que me permitió el tráfico de una gran ciudad. Había tardado veinte minutos, demasiado. Estaba de los nervios. Llamé insistentemente a la puerta, primero con el timbre y después con el puño. En mi cabeza se sucedían imágenes horribles de mi niña en manos de ese hombre. Golpeé la puerta con más fuerza, al punto de que en cualquier momento saldría un vecino a ver qué demonios pasaba. Escuché ruido al otro lado. Grité que me abrieran.
    
    Entonces la vi, a mi hija, mi princesa, al otro lado de la puerta entornada, mirándome con una sonrisa ida. Estaba borracha y completamente desnuda salvo por unas braguitas de algodón, las que tenían un lacito en la parte de delante. Empujé la puerta y a mi hija con ella, abriéndome paso con violencia al interior del apartamento.
    
    La agarré del codo apartándola de la puerta y cerré tras de mí.
    
    —¿Cómo se te ocurre abrir la puerta medio desnuda? —la regañé, reprimiendo a duras penas mi ira.
    
    —¿Preferías que lo hiciera desnuda del todo? —me respondió burlona, con la cadencia torpe de los borrachos, arrastrando la lengua por su boca pastosa—. Papi, sabía que eras tú. Lo sabía.
    
    —¿Dónde está? Dime qué ha pasado.
    
    —Llegas tarde… —masculló, riéndose como una maniática.
    
    Me sonreía, pero no me miraba. La cabeza le colgaba hacia atrás como si su cuello estuviera hecho de goma. La zarandeé para que abriera los ojos. Cayó de rodillas al suelo, intentaba caminar sin éxito, las piernas se le doblaban como ...
    ... palitos. Era un títere roto. Balbuceó algo sin sentido, las únicas palabras que entendí fueron follar y cuarto.
    
    —¿Dónde está? —pregunté de nuevo—. ¿Dónde está el padre de María? ¿Te ha follado en el cuarto? —insistí, porque no entendía qué me decía.
    
    Estaba borrachísima, daba lástima ver su cuerpecito poco desarrollado cubierto de insultos. PUTA, ZORRA, MALA, SUCIA. Esos pechos afilados que por chat me volvían loco, en persona solo me parecían los montículos incipientes de una niña que no sabía lo que hacía.
    
    Notó que se los miraba y se los miró también, halagada.
    
    —Papi, tócamelos —masculló, con más claridad que ninguna otra cosa que hubiera dicho hasta entonces, mirándome desde detrás de la cortina enmarañada de cabello que le caía frente a la cara.
    
    Aunque de verdad pensaba que no era más que una cría cometiendo el mayor error de su vida, lo hice. Cumplí. Pero traté de mantener las formas. Era su padre, al fin y al cabo. La mano que tenía en sus costillas subió casi por sí sola hasta posarse en su tierno pecho y la sujeté erguida, ayudándola a caminar mientras se lo apretaba cada vez más fuerte, en parte debido al esfuerzo que me suponía mantenerla derecha, en parte a la rabia que me daba verme en esa situación.
    
    La obligué a caminar hasta el cuarto de baño y la hice arrodillarse frente al retrete. Le aparté el cabello de la cara antes de ordenarle que vomitara. Por descontado, ella no estaba por la labor, se masajeaba el pecho que le había estado exprimiendo y ...
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