1. Mi hija en Omegle (19)


    Fecha: 19/01/2025, Categorías: Incesto Autor: DaddyBabygirl, Fuente: TodoRelatos

    ... me miraba desde el suelo sin acabar de entender a qué venía mi actitud. Probablemente esperaba otra clase de trato, por ejemplo que la arrastrara hasta la habitación y me la follara después de pegarle la paliza que creía merecerse.
    
    —Cariño, tienes que vomitar —le repetí, reuniendo toda la paciencia que me quedaba, que no era mucha—. Has bebido demasiado y te vas a poner mala si no vomitas. Métete los dedos en la garganta. Hazlo.
    
    —Esto es tu culpa… —comenzó a decir con un asomo de sonrisa que me hizo hervir la sangre.
    
    No dejé que terminara de hablar, la tomé por la nuca y la doblé de nuevo sobre el retrete, esta vez con la delicadeza de un mal padre.
    
    —Tienes que vomitar —insistí, usando el tono cariñoso y autoritario al que ella nunca se oponía, el que le despertaba los mecanismos de sumisa incestuosa—. Cielo, abre la boca, hazme el favor.
    
    Obedeció, por supuesto. Mis dedos se deslizaron por encima de su lengua y se hundieron bien adentro en su garganta, provocándole una arcada que la hizo retraerse. Anclé con más fuerza mi otra mano en su nuca para que no se separara del maldito retrete. Mi puño enredado en su cabello a modo de advertencia: más le valía estarse quietecita.
    
    —Esto es por ti, más tarde me lo agradecerás —le dije mientras le hurgaba en la garganta una vez más, también sin éxito—, y de paso quizá así aprendas que es malo beber sin mesura.
    
    A la tercera fue la vencida, como se suele decir. Lo soltó todo en el retrete, manchando mi mano y ...
    ... su barbilla en el proceso.
    
    —Mírate, te has puesto toda perdida —le hice notar, mientras trataba de recoger con papel higiénico los grumos que habían caído sobre sus pequeñas tetas—. Quítate eso, voy a pegarte una ducha rápida, a ver si así se te pasa de una vez la borrachera que llevas encima.
    
    Levantó la cabeza de la taza del váter y me miró como preguntándome si en serio le estaba pidiendo que se desnudara por completo.
    
    —Vamos, quítate las braguitas y métete en la ducha —la apremié, agarrándola de las axilas para ponerla en pie—. Princesa, o te las quitas tú o lo haré yo. Necesitas despejarte, la ducha te irá bien.
    
    Pasé mis pulgares entre sus huesudas caderas y la goma de sus bragas y de un solo movimiento se las bajé hasta los tobillos. Lo hice tan rápido que ninguno de los dos supo cómo reaccionar cuando su tiernísimo monte de venus quedó a la altura de mis ojos. Estaba concienzudamente depilada, igual que en los vídeos de ella a los que me había vuelto adicto. Pero era incluso mejor en persona, especialmente así de cerca, teniéndola al alcance de mi lengua. El pequeño coño de mi niña era tan solo una línea sobre la M invertida que se me ofrecía entre la perfecta separación de sus muslos delgados. Era perversamente prohibida, deliciosamente delicada. Posé mis labios en lo alto de su ranura, a escasos centímetros de donde se escondía su clítoris, y le planté un beso como el que le daría en la frente.
    
    Cruzamos una mirada, yo a sus pies y ella desde lo ...
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