Mi hija en Omegle (19)
Fecha: 19/01/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: DaddyBabygirl, Fuente: TodoRelatos
... cubiertos de líquido blanquecino frente a su carita de confusión.
—No… papi… es…
—¿Qué? —la presioné.
—Papá, son… son mis jugos…
Hablaba con la voz rota, medio llorando medio riendo, sin saber cómo procesar el hecho de que había estado a punto de correrse gracias a (o por culpa de) el abusador de su padre. En sus ojitos de muñeca no quedaba nada de la admiración que siempre había tenido por mí.
—Cariño, no llores —la tranquilicé tomándola de las mejillas con mis enormes manos, limpiándole las lágrimas con los pulgares a la vez que evitaba que bajara la vista al suelo—, no tiene nada de malo que disfrutaras gracias a papá. Es lo que querías.
Negó con la cabeza, o lo intentó, porque la tenía bien sujeta.
—Cielo, sí —dije, convencido, por ella—. Es lo que querías. Por eso estás así de mojada. Cuando te metí los dedos ya lo estabas. Habías estado masturbándote antes de que papi llegara, dime la verdad.
Esta vez noté cómo trataba de asentir entre mis manos, lo que me sorprendió. Sinceramente no esperaba que fuera a admitirlo. No sabía si lo que la empujaba a ser sincera era el miedo o la excitación.
—Princesa, mi amor, tranquila. Está bien. Papi lo entiende —susurré, dándole un beso en la frente—. Por eso te escribiste esas palabras en el pubis. Fantaseabas con lo que pasaría si tu papi lo descubría. Estoy seguro de que te masturbaste imaginando que me enfadaría y te castigaría. Lo que no sé es en qué clase de castigo pensabas.
Entonces se le escapó ...
... una sonrisita tímida, avergonzada. Esos pequeños detalles me recordaban que seguía siendo mi hija, mi preciosa niña. No era una sumisa cualquiera a la que podía machacar con la expectativa de obtener sexo. Le faltaba muchísima experiencia.
—¿Fantaseabas con que papi te azotaría? —pregunté, tomándola de las delicadas caderas para a continuación darle un beso en el pubis—. ¿O quizá con que me enfadaría tanto que te follaría? ¿Era eso? —Poco a poco mis manos se desplazaron hasta su culito de melocotón.
Inspiró profundamente clavándome las uñas. Estaba tan asustada como cachonda, no me cabía duda de que tenía miedo por lo que iba a ser de nosotros ahora que la verdad había salido a la luz.
—Puedes contárselo todo a papi —la animé, atrapándola por ambas nalgas, tan pequeñas que las abarcaba por completo—, sea lo que sea no me enfadaré, te lo prometo. —Besé de nuevo las palabras escritas en su monte de venus. En esta ocasión mantuve los labios cerca de su piel antes de seguir hablando—. Creo que tengo derecho a saber con qué fantasea mi hija y mi sumisa. —Otro beso, más abajo, sobre su clítoris, mientras mis dedos inspeccionaban la entrada de su culito prieto.
Ella se aferró más fuerte a mis hombros y el ritmo de su respiración cambió, se hizo más profunda. Jadeó con fuerza tratando de apartarme, me dio la sensación de que suspiraba algo, una queja ambigua. La verdad es que no tenía forma de saber qué era lo que le pasaba por la cabeza, no la estaba mirando a los ojos. ...