El confidente de todos (5)- la visita al pueblo - Relatos Eróticos

El confidente de todos (5)- la visita al pueblo

... y chupaba a toda velocidad, con la otra mano podíamos ver cómo le pasaba esas uñas por esas pelotas peludas, provocando que se encogiesen y erizasen.

Nuevamente mi madre tenía a su segundo semental a sus pies, Jorge miro a Guillermo en señal de que el tiempo estaba a punto de terminar, pero nuevamente por signos le indico que esperase.

Mi madre estaba muy afanosa en esa maravillosa mamada, se podía oír unos ruiditos guturales y en alguna que otra ocasión, debido a las ansias y fuerza con la que se metía esa polla en la boca, como le producían arcadas.

Julio al cabo de un rato, cogió la cabeza de mi madre y la obligó a tragarse toda su polla, y con dos o tres golpes de cadera provoco que las arcadas de mi madre fueran evidentes, haciéndole saltar varias lágrimas, hasta que alojándose toda su iniesta polla en la boca se corrió abundantemente y de forma copiosa en la boca de mi madre, que ante la sorpresa inicial y la cantidad de lefa recibida, vimos como por la comisura de sus labios se escapaba una mezcla de babas con semen.

En ese momento Julio parecía relajarse, pero mi madre no parecía dispuesta a parar, y continúo mamándole esa polla aún erecta, provocándole un placer indescriptible a Julio que se agitaba de manera nerviosa a cada lametazo que mi madre le daba en ese glande brillante y sonrojado.

Entonces Guillermo le indico a mi primo que diese el pitido final, cosa que hizo de manera obediente.

Mi madre al oír a mi primo se incorporó, quedándose de ...

... rodillas, se limpió la comisura de sus labios, y sin que mi primo le dijera nada, volvió a agacharse y de rodillas como estaba ella misma comenzó a buscar la polla que le faltaba.

No tardó mucho en encontrarla, pude ver como al cogerla con ambas manos se sonreía, era evidente que esa polla le gustaba.

Guillermo con los brazos sobre su cabeza se relajó y la dejo hacer.

Mi madre ahora no parecía tener prisa, acariciaba dulcemente esa barra de carne, sus manitas encima de ese pollón era una imagen impresionante, todavía recordaba como su coño se había tragado ese monstruo sin mucha dificultad.

Y ella por su actitud también parecía recordarlo, ya que un par de veces mientras la masturbaba vimos cómo parecía relamerse, era como si mi madre se estuviese recreando en lo bien que se lo iba a pasar con ese bicho.

Sin que nadie le dijera nada, cogió y comenzó a darle pequeños lametazos al glande, en la posición en la que estaba podíamos ver ese enorme culazo ofrecido y con forma de cereza que lo hacían irresistible, pero no solo eso, sino que también podíamos ver esos labios vaginales completamente abiertos y bastante sonrosados por el trajín recibido, mientras de sus entrañas seguían manando fluidos.

Vi como los colegas sacaban sus móviles y le hacían fotos y vídeos a mi madre.

Eso no me hizo ni pizca de gracia y menos ver como el cabron de Guillermo incluso posaba o hacia gestos obscenos mientras mi madre le estaba trabajando ese monstruo que tenía por polla.

Mi ...