Una Buena Ocasión 1 - Relatos Eróticos

Una Buena Ocasión 1

... pillaba con impulsos aún más incomprensibles para él, que le hubieran acarreado problemas más serios si les hiciera lo que en realidad pasaba fugazmente por su mente, y le costaba horrores contener.

La primera en preguntarle fue Andrea, al notar como se había quedado embobado con su top, sin sujetador.

-¡Damián! ¿Qué miras tío? ¡jajaja!. - le preguntó sorprendida al pillarlo.

Damián parpadeo y se dio cuenta donde le miraba al escucharla hablar del trabajo de clase, y se puso rojo como un tomate.

- ¡No, no!, perdona estaba pensando en lo que decías. - se excusó, recibiendo un buen puñetazo de Andrea en el hombro, que reía y asentía.

Fermín era más profesional, él se las miraba cuando no le veía, y casi cada noche le dedicaba una o dos pajas a ese buen par de tetas, pero se reía también.

-Tío, ya te he dicho que no es bueno no pelársela ¡jajaja!- le dijo dándole en el hombro también, volviendo a reírse los dos de él, y encaminándose a clase.

Y pasaron los días, con Damián alucinando con los sueños. Pero una noche, el sueño fue más que erótico, con una tía bastante mayor para él, de unos 50 años. Se veía azotándole el culo y follándola con una polla tan larga como la suya, pero más gruesa, el sabia que la suya no era pequeña, se había comparado en las duchas con los compañeros, pero no le daba ninguna importancia. Lo que le alucinaba era que a la tía le gustaba, y el cómo un espectador, veía que en el sueño la follo un buen rato para luego ponerla a ...

... cuatro patas, y metérsela por el culo a la señora, que empezó a gritar y a empujar su culo para que se la metiera más.

-¡Aaaaah! ¡Aaaaah! ¡Ostia puta! ¡Buff! ¡Aaaaah!.- se despertó Damián corriéndose como un cosaco, y girándose al borde de la cama para no manchar más las sábanas.

Pero fue cogerse el rabo para apuntar al suelo, y notar su mano apretarla y pajearla con fuerza, con el volviendo a alucinar del gustazo, sin entender como sabía hacerse eso con el rabo, con su mano ordeñando experta hasta la última gota. Se quedó un rato babeando y pajeándose lentamente, recordando como se la metía por el culo a la “pureta”, hasta que se dio cuenta y se la soltó asqueado.

Se fue al baño cabreado y con las piernas algo temblorosas del orgasmo que había tenido, lavándose con algo de miedo de volver a cogerse su propio rabo sin poder contenerlo. Y ciertamente fue empezar a limpiarse con el agua en el lavamanos, y sin darse cuenta se pajeaba con rabia volviendo a recordar a la pureta y sus pechos danzando libres a cada embestida en su culo, y como le miraba sonriendo y gozando.

-¡¿Otra vez?!.- grito en voz baja al ver lo que se hacía sin darse cuenta.

Y se fue a la cama para limpiar como pudo el semen de las sábanas, con un buen empalme, dándose golpes de vez en cuando para que bajara.

Ya no durmió más, se puso música y se quedó sentado en su escritorio leyendo un libro de terror, que le ayudó con el calentón que tenía, quedando dormido apoyado en su codo.

A la mañana ...