Noche verano - Relatos Eróticos

Noche verano

Yo creo que no fue el alcohol ingerido, ni los petas que rulaban. No, tampoco había bebido tanto y apenas si di unas caladas. Era otra cosa.

La música estaba muy alta, como siempre en este tipo de fiestas. El ambiente cargadísimo, se podría cortar con un cuchillo. El camarero no daba abasto a servir copas y ,allá en la pista, mis amigas lo daban todo pasadísimas como iban.

Ir al baño era toda una odisea y en la puerta se apelotonaba mucha gente esperando entrar. Una noche más de un verano más, en cualquier pueblo de playa.

No podría decir su edad, yo creo que estaría sobre los 26 años o así. Siempre venía solo. Nunca lo vi llegar con nadie. Aparecía por allí tarde, siempre pasada la media noche. Con su pinta de surfer , aquellas camisas hawaianas, su pantalón corto, su moreno pasado y aquel pelo de rastas que pasaba sus hombros. No tenía mal aspecto, no se le veía descuidado, en absoluto. Daba buen rollo, transmitía tranquilidad. Imagino que la había adquirido en sus largas esperas de la ola perfecta.

Y allí estaba yo, con mi medio pedo encima, mirándolo tan descaradamente que casi me dio vergüenza. No suelo ser descarada pero ,digo yo, que sería por las copas o por la luna llena…a saber.

El caso es que, desde que entró en el local mis ojos no se perdían un detalle de sus movimientos. Hablando de ojos, los suyos eran rabiosamente azules, como el mar profundo. Daban cierto vértigo.

Desde la barra lo vi dirigirse a ella, vino a parar a mi lado. Cuando pudo, ...

... pidió una copa. Mientras esperaba a que se la pusiesen me miró con una sonrisa que me derritió, traté de que no se me notara.

- Hay mucha gente hoy ¿no?- me pregunto mirando hacia la pista.

Su acento era extraño, si ,hablaba español pero con un tono extraño. Parecía inglés pero no me terminaba de cuadrar aquel acento raro.

- Si, demasiada para mí gusto. No me gustan mucho las aglomeraciones pero es viernes y ya se sabe, la peña sale a por todas.

Me miró más detenidamente manteniendo la sonrisa.

- Hola, soy Mikel. ¿Eres de por aquí o estás de vacaciones?

- No, solo veraneo aquí. Mis padres tienen un apartamento en el paseo. Soy Elena.

Me tendió la mano y la sentí fuerte apretar la mía, pero sin hacer daño.

Por fin le pusieron su copa.

- ¿Tomás algo?

- No, gracias, creo que ya bebí suficiente. Me noto algo mareada.

- ¿Quieres salir a la terraza a que te de el aire?

¿Por qué no? Total, este tío me ponía mucho, necesitaba despejarme y me pareció bien. Con una sonrisa asentí con la cabeza al mismo tiempo que me levantaba del taburete. Me tomó de la cintura y nos dirigimos hacia afuera. La típica terraza de verano, imitación a tantas, con sus sombrillas de palma o algo así, sofás más o menos cómodos, mesas bajitas y llena de parejitas haciéndose arrumacos.

Nos sentamos en uno libre. No tardó mucho en contarme de su vida. Que viajaba mucho por distintas partes de mundo buscando campeonatos de surf, que era de Londres, aunque no tenía mucho acento ...