1. El cliente de mamá Libro II //Cap. 2


    Fecha: 06/02/2025, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    Carmen, la madre de Alex, ha aparecido al fondo del pasillo justo en el momento preciso en que yo salí hacia la puerta de mi alcoba. Como es costumbre, una hilera de varones cachondos está en los laterales del pasillo mientras observan la lenta procesión que preside aquella majestuosa mujer cincuentona que parece por lo menos diez años más joven, tal y como en su momento hizo mi madre cuando vino aquella vez.
    
    —¡Pffff… pero que delicia de zorra! —escucho decir a alguien de los que miran expectantes.
    
    —¡Vaya con nuestra preciosa Tiffany! —menciona otro—, ¿ya vieron el culazo que se carga la cabrona?
    
    Carmen, o Tiffany (como la he llamado en su faceta de puta), aunque estaba advertida, no puede evitar sentirse expuesta y avergonzada, a juzgar por los pasos violentos que empieza a dar cuando todos la miran y la morbosean, mientras se dirige por el largo pasillo en donde la escoltan una multitud de soldados cachondos.
    
    —¡Mira esas ubres que le rebotan a la perra! —dice Alex, que se ha posicionado como mi peor enemigo desde aquella noche en que secuestró a mi madre con la intención de violarla, tiene una cara de pendejo que no puede con ella, sin saber que la mujer que se ve de lejos y a la que acaba de insultar así es su madre—. ¡Hummm ricura… con esas tetazas y ese culote yo si te cojo toda la noche!
    
    ¡Vaya con este imbécil de mierda! ¿Es que cómo Alex podría identificarla? Si su madre, que siempre ha llevado su cortina de pelo de color rubio, ahora lleva una ...
    ... peluca escarlata y con flequillo muy natural que le cae rizada por la espalda y de alguna manera la hace lucir muy extravagante, cosa que la Carmen del diario jamás se atrevería.
    
    —¡Vean cómo le botan las ubres, mamacita rica! —vuelve a morbosearla el muy pendejo, mientras su madre intenta no dejarse ver la cara.
    
    Carmen, una ama de casa tradicional, siempre ha vestido de forma recatada, como si fuese una protestante. Por eso difícilmente Alex podría imaginar que aquella voluptuosa y sensual mujer pelirroja y de labios rojos que se acerca hacia mí, sea su madre.
    
    —¡Menuda golfa te has agenciado, ¿eh, Erik?! —rompe a reír el pendejo de Alex, ignorando de que esa “golfa” es nada menos que su progenitora.
    
    —Sin duda alguna, mi estimado Alex —sonrío yo, frotándome las manos.
    
    Todos los chicos asoman las cabezas y observan a Carmencita avanzar, mientras ella baja la mirada y camina sobre unos tacones de 15 centímetros con bastante nerviosismo, cuidando de que su hijo no la identifique.
    
    —¡Ufff… pero miren que culote tiene esta guarra! —dice Andrés Colmenares, uno de mis camaradas—. ¿Así que te llamas Tiffany, putita?
    
    Todos echan a reír mientras observan su sensual cuerpo.
    
    —¿Han visto tremendas tetazas que lleva la cabrona? —menciona Miguel Cuencas—. ¡Menudas ubres tienes!
    
    Aunque Carmen no lleva un escote tan pronunciado, sus enormes mamas se distinguen a través de la tela que se unta a su cuerpo como una segunda piel.
    
    —Dejen de chingar, cabrones —les ...
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