El cliente de mamá Libro II //Cap. 2
Fecha: 06/02/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos
... advierto.
Carmen, horrorizada, ha venido tal cual se lo he pedido, con un maquillaje elaborado a lo putón que le viene muy bien, así como un par de pestañas espesas y negras que acentúan su mirada. Además, le ordené que al llegar al cuartel se quitara el abrigo que llevase encima para que todos los cadetes, incluyendo su hijo, pudieran mirar el minivestido negro que le he hecho ponerse, mismo que se adhiere a sus carnosas piernas que van cubiertas con un par de sexys medias negras que la hacen lucir maravillosa, en tanto sus abultadas nalgas vibran como gelatinas al caminar.
—¡Eh, eh, sin tocar! —exclamo cuando a la mitad del camino algún cabrón se la ha ocurrido darle una nalgada.
Tampoco voy a permitir que la denigren así. La lección que voy a darle a este hijo de puta tiene sus límites.
—No te pongas castroso, Erik —se carcajea Alex haciéndose el chistoso—, que para eso son las putas, para tocar, ¿qué no?
“Si supieras de quién se trata esta puta pendejo, no dijeras mamadas.”
—No las mías, no mis mujeres —respondo al misógino de mierda—, no me gusta compartirlas ni que las manoseen en tanto están conmigo. Si acaso miren, pero nada más.
Noto que Carmencita se pone colorada mientras camina con la mirada gacha, entonces Alex vuelve a ponerla en aprietos cuando le dice:
—¡Levanta la mirada, bonita! ¿O es que te da miedo que te miren todos y reconozcan tu carita de puta? Que por lo menos déjanos mirarte, golfita.
Cuando tímidamente Carmen levanta la ...
... mirada ante la actitud pedante y grosera de su hijo, el rostro de Alex se descompone en el acto. No sé si han sido sus ojos verdes o sus labios gorditos, así como su mirada penetrante, lo que ha hecho que Alex la reconozca, lo cierto es que cuando lo ha hecho, el cabrón queda petrificado aun si su madre no se atreve a mirarlo a la cara.
***
—¡¿Cómo has podido hacerme esto, Erik?! —exclama Carmen cuando cierro la puerta tras de ella, poniendo el seguro—. ¿Cómo me has podido hacer esto?
—¿Hacerte qué, Carmen? —me vuelvo hasta ella.
—¡No me llames Carmen, recuerda que soy Tiffany!
—De acuerdo, Tiffany, ¿por qué estás tan asustada?
—¡Allá afuera estaba mi hijo, ¿lo sabes?!
—Sabíamos que era probable que estuviera allí, cariño.
—¡No, no, te pedí que él no estuviera! ¡Una cosa es que te quieras desquitar con él y otra muy distinta que permitieras que estuviera allí entre la multitud! ¿Te fijaste de qué manera tan humillante me habló?
—Bueno, pues ahora te has dado cuenta de cómo es tu hijo en realidad —le digo, tratando de acercarme a ella para consolarla.
—¡Su actitud es tan… asquerosa… como su padre! —solloza, echándose las manos a la cara, lo que permite que sus enormes tetas se aplasten una contra la otra—. ¡Y encima estaba allí, como los demás, viéndome pasar!
—A ver, Tiffany, te advertí que cuando una prostituta llega al cuartel, es de ley que la mayoría de chicos por curiosidad se ponen en los pasillos para verla entrar.
—¡Pero no me lo ...