Irene y sus primos (parte 2)
Fecha: 06/02/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Montes Federico, Fuente: CuentoRelatos
... Mientras mis primos me rodeaban y miraban.
- “Mostranos como sos de putita para tus primos”, dijo Roque.
- “Abrí la boquita para que te la llene de leche”, agregó Pedro.
- “Y después tragala, para que te veamos”.- pidió Julián.
Yo sonreí y abrí mi boca, Mientras Roque y Julián se pusieron de rodillas a cada lado mío y me acariciaban las tetas, Pedro me acabó poniendo toda su leche en mi boquita y yo se la cghupé bien para no perderme una gota. Los tres me dijeron . - “Tragala toda primita”, los miré, me tragué todo y les mostré la boca vacía y sonreí.
- “Sos la putita más hermosa que hay primita, vení”, me dijo Julián.
- “Y sos nuestra putita”, aclaró Roque.
Julián se sentó contra un tronco, me puso de espaldas contra él, Pedro se acostó sobre mi pubis y Roque sobre mis muslos. Me sentía mucha más satisfecha, contenta, deseada, y feliz que avergonzada. Tenía a esos tres machos jóvenes, hermosos y pijudos totalmente para mí. Me habían hecho acabar varias veces pero, sobre todo, había sentido una sensación de poder que todavía me llenaba. Era la reina en mi pequeño mundo.
- “Primita, te queremos coger mucho. ¿te gustó que te agarremos entre los tres? Porque pensamos seguir cogiéndote y haciéndote gozar. ¿Qué decís, si o no?”.
Mi mente dijo que no, estoy segura, pero de mi boca salió un sensual y rotundo sí mientras sonreía y sentía las manos de los tres acariciarme toda. Me besaron y me contarón todo lo lindo que se sentía cogerme y ...
... lo hermosa que era. Mi pobre autoestima en temas sexuales ascendió hasta las nubes. Esas vacaciones fueron a puro sexo, no había descanso. Entre los tres tramaban todas las formas para poder cogerme a la hora que sea. Se turnaban en distraer a mis viejos para que yo disfrute con alguno de ellos, a veces con dos y en raras ocasiones, cuando podíamos escaparnos, con los tres. Y yo estaba absolutamente encantada y caliente en forma constante. Era la putita de mis primos y disfrutaba de serlo. Compraron píldoras anticonceptivas para que tome y empezaron a cogerme sin forro y a llenarme de leche por todos lados.
No quería que el verano termine, pero todo llega a su fin. Veía nueve meses de soledad por delante sin mis primos y sus pijas hermosas y empecé a desesperarme. Roque trajo la solución.
- “Primita, venite a La Plata, a la Universidad. Que tus viejos te banquen una pensión y nosotros buscamos la forma que sigamos juntos”.
Mis padres no querían saber nada. Pero usé todas las artes de nena consentida. Hablé de mi futuro, de mis estudios, de no querer enterrarme en este pueblo, de tener un título, de progresar. Cuando todo eso no bastó, les dije que si no iba a La Plata, me iba a Lincoln a trabajar con mi tía (que siempre me daba los gustos y en la familia se la consideraba “ligerita”). Eso terminó con sus negativas. Ir con la tía de Lincoln, en la mente de mis viejos, era exponerme a la perdición y el vicio. Pobres, me creían aún virgen e inocente.