1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (39)


    Fecha: 13/02/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... espectacular!
    
    —¡Riquísimo! ¡Jajaja! Me tocó hacerle el favor al marido, de descorcharle ese taponcito. Ojalá ahora si lo esté disfrutando, el huevón ese.
    
    —Pobre marido. —Le respondí serenándome lo más que podía.
    
    —Y qué me dice de esa carita de mosquita muerta. No parece, pero esa hembra es candela en la cama, arquitecto. Y como yo le ayudaba a cerrar algunas ventas que se le complicaban, pues terminaba pagándome el favor con una rica culiada.
    
    —Es una pena que a uno lo engañe la esposa. Si fuera la mía no la dejaría trabajar para evitarle tentaciones… A los demás hombres. ¿O usted qué opina?
    
    —Pues fíjese arquitecto, que ese pobre cachón, o es muy pendejo y se la deja montar de esa vieja, o tiene otra hembra por ahí guardada, y por estar ocupado con la otra, a esta no la cela. Uno no sabe, arquitecto. ¡Jajaja! Puede que de pronto sean una de esas parejas abiertas de hoy en día, y cada cual, se coma otro postrecito por los laditos, sin hacerse el feo.
    
    —¿Y todavía seguirán viéndose, supongo?
    
    —Pues la verdad no la he vuelto a ver estos días. De hecho, iba a salir a buscarla. Estoy a pan y agua, porque mi noviecita anda de viaje. Así que pienso encontrármela y pegarle su buena culiada, aprovechando que en el día el huevón del esposo la deja sola, y de que a estas horas el culicagadito que tiene con el tipo, ya debe estar en el jardín escolar.
    
    —Ahhh, claro, claro. ¿Y tiene un hijo entonces? Ya se lo presentaría, supongo.
    
    —Sí, un peladito. Pero no lo he ...
    ... visto en persona. Tiene una foto del mocoso como fondo de pantalla en el celular, y una tarde aquí mientras pichábamos, se la alcancé a ver cuándo respondió una llamada de una amiga de ella. —Y al dar un cuarto de vuelta, enojado por la manera de referirse a Mateo, sobre una repisa de madera, bajo una guitarra de seis cuerdas que mantenía colgada en la pared que colinda con la ventana, lo vi.
    
    —Veo que le fascina coleccionar carros a escala. –Y tomé con cuidado el modelo rojo y negro que llamó mi atención. – ¿Sabe? A mi hijo también le gustan, y los dos, a veces jugamos juntos, apostando carreras por los pasillos de mi casa. —El llanto de Mariana se hace más intenso y sus jadeos más audibles.
    
    —Sí, sí. Hace años que los compro. Menos ese que tiene en la mano. –Le di la vuelta con el temor de descubrir que era verdadera mi intuición. – Observé las iniciales de tu nombre escritas por mí, cuando te lo obsequié.
    
    —La perra de Melissa me lo dio de regalo hace un tiempo, dizque por portarme bien. Jajaja. No quería que me le comiera a la mujer de un amigo.
    
    —¿Y lo hizo? —Le pregunté, mientras me acercaba a él.
    
    — Tanto que llevó el cántaro al agua, hasta que lo rompió. Pero le juro que ella se lo buscó. Todas son así, putas y vagabundas. ¿Está seguro que su mujer no le ha puesto los cachos, arquitecto?
    
    —Y usted… ¿No se arrepiente de todo lo que hace? ¿No piensa en el dolor que causa metiéndose donde no lo llaman? —Y comenzó a sonreírse con sorna por mis preguntas.
    
    —¿No ...