Infiel por mi culpa. Puta por obligación (39)
Fecha: 13/02/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... siente remordimiento al saber que provoca tanto daño en las vidas de otras personas? ¿No se ha puesto en el lugar de todos esos esposos destrozados al descubrir las infidelidades de sus mujeres? ¿Sabe que puede destruir vidas y terminar los sueños de muchas familias? —Me acerqué tanto a él que pude oler su aliento fétido, mezcla de ajo, cebolla y a perro mojado.
—Pero por supuesto… Que no. ¡Jajaja! Aparte de mis carros, me encanta coleccionar mujeres y para no apegarme con ninguna, por eso mismo me las busco mejor casadas. Y allá ellas. No me pongo a pensar en cómo resolverán después sus problemas.
—Por personas como usted, es que este mundo no evoluciona, ni encuentra paz. –Y le puse mi mano derecha sobre la franja de tela de su franela blanca y desgastada. – Por tipos como usted, continué diciéndole con un tono de furia en mi voz, es que tantas mujeres son asesinadas por sus parejas, enceguecidos por los celos, dejando desamparados y huérfanos a sus hijos. Atarvanes y machitos petulantes como usted, no merecen reproducirse.
—Mi rodilla hizo contacto con sus pelotas, y mi frente chocó con la suya. Tal vez, debido a la adrenalina tenia dentro mío en ese instante, no sentí dolor. Pero él sí. Gritó espantado por el sufrimiento, y como lo tenía agarrado del pecho por la camiseta, no lo dejé que se cayera.
—Tipos «caribonitos» como usted, se aprovechan de las mujeres inseguras o inconformes, y entre los dos, les causan daño a los hombres que seguramente las aman más ...
... que a sus propias vidas. —Y le estampé mi puño en su rostro. Ese golpe si me dolió. Escuché como crujieron mis falanges y obviamente el tabique de su nariz. Y ahí sí, lo solté. Cayó al suelo, doblado y sin poder reaccionar.
—Destruyó mi mundo, malparido playboy de playa, pero no me voy a ir de aquí hasta que le quede claro que el pendejo y bobito marido de su Melissa, no es tan estúpido ni tan huevón como usted creía. —Y volví a patearle por el costado que tenía descubierto.
—Mi mujer podrá ser una puta traicionera y la más perra, pero es mía. ¿Me entiende bien? ¡Solo mía, malparido! Y ya veré como me las arreglo con ella. —Y revolcándose ya en su propia sangre, en sus lágrimas, y hasta en sus orines, me agaché para cogerlo del pescuezo y con otro golpe, asestado en su pómulo, le terminé por aclarar…
—¡Su Melissa, es mi Mariana, la mujer de mi vida! La que usted se encargó de pervertir, y no quiero volver a verlo merodear por nuestra casa. Sí llego a verlo por las cámaras de seguridad, o sí me lo encuentro por ahí… Sí me doy cuenta de qué la busca o le envía mensajes, e insiste en llamarla, yo mismo lo voy a tajar en cuadritos, y me voy a encargar de desaparecerlo de la faz de la tierra, para que no siga causando daño en otras parejas. ¿Le quedó suficientemente claro? ¿¡Pedazo de hijueputa!? —Y tras levantarme, tomé el Audi a escala, le asesté una última patada en las pelotas y salí de aquella casa, dejando la puerta abierta, sobándome la mano derecha, pero con mi ego ...