¿Por qué a mí? Capítulo 46 - Relatos Eróticos

¿Por qué a mí? Capítulo 46

... no puedo saber en qué fallé como madre, es que no entiendo por qué te suceden estas cosas, ¿por qué tú?, por qué dios mío, por qué. – Mi mamá me tomaba la mano.

– Ay mamá ya deja de lamentarte; preguntas en qué fallaste, pero ustedes como padres tuvieron muchos errores, demasiados, sin embargo en algún punto de su vida van a pagar las consecuencias, pero en su vida no con la mía; así que ya deja de dramatizar que me pones de mal humor. – Quitaba mi mano algo molesto.

– Es que no debes enojarte conmigo, yo no me explico por qué te suceden estás cosas, por qué a ti sí la que fallé fui yo, no sé por qué Dios hace esto, tú eras un niño bien, lindo, amable, no has sido malo, ¿por qué si eres de bien te deben suceder tantas desgracias? – Mi mamá estaba muy nerviosa y temerosa, se culpaba de algo que no debía.

– Mira mamá, en buena onda deja de ponerte así que me pones más tenso de lo que ya estoy, me alteras; si no quieres que me enoje deja de hacer cosas que me molestan, ya te dije que cada quién es y debe hacerse culpable de sus actos y si tu cargo de conciencia te tiene así, pues arréglatelas tú y sigue rezando para que tu paga no sea un calvario, por qué mí vida ya lo es. – Molesto con ella y su forma de actuar le decía.

– Así como te me estas poniendo deberías de hacerlo ante esta situación y entonces deja de ser un cobarde, admite que sí estás así es por culpa de tus actos, si tan sólo hubieras sido un machito y te comportaras como tal esto no estaría pasando. – ...

... Mi mamá lo decía tan natural, tan como ella siempre ha sido.

– ¿Te das cuenta de lo que dices? – La miraba cuestionándola sin entender su cambio de actitud.

Mis papás aunque traten de fingir que me aprecian y me quieren, sé bien que ellos no me aceptan aún cómo debería de ser, sé que ellos no están al cien por ciento de acuerdo a mis preferencias, por ello lo que me decía mi mamá era entendible y también respetable, era su sentir y aunque me cueste trabajo aceptarlo, debo ser prudente y permitirle que se exprese aunque me duela y me dañe mucho.

– No, Job, no era lo que quería decir, es que me altero y me pongo mal, hijo, por favor, entiende. – Mi mamá se me acercaba y yo la empujaba a pesar de tener el brazo ya con el suero.

– Aléjate de mí por favor mamá, es más pídele a tu Dios que muera en la cirugía, para que así tu mortificación sea creíble, aunque quieras y trates tú y mi papá nunca me van a querer como soy, nunca me van a aceptar, estoy tan mal mamá y con tus palabras me pones peor. – La miraba conteniendo las ganas de llorar, me armaba de valor, era mi madre, pero no por ello iba a seguirle guardando respeto.

– Dios no cumple antojos, él se ha apiadado de ti, por eso estás aquí. – Mi mamá muy en su modo devoto.

– ¡Deje de creer en Dios desde que supe que un infeliz me había infectado deVIH! – Exclamé alterado.

– Job, no digas eso, por eso te pasan estas cosas, si hubieras tenido temor por Dios esto no estaría sucediendo, si fueras un hombre natural ...