¿Por qué a mí? Capítulo 46 - Relatos Eróticos

¿Por qué a mí? Capítulo 46

... recostarme y se iba a pedir un nuevo equipo para ponerme el suero del otro brazo y acomodarlo de nuevo en el tripié.

En lo que regresaba, veía mi sangre fluir más y no paraba; imaginaba que si me operaban tal vez moriría desangrado y por fin descansaría ya, por qué siento que nunca mi suerte cambiará.

Alejandro regresaba, me miraba serio y me curaba, me limpiaba y me colocaba el suero en el otro brazo, diciéndome.

– Job en tu condición debes ser más cuidadoso, debes tener en cuenta que tu sangre es de riesgo sé maduro y consiente de tus impulsos, podrías dañar a alguien. – Alan me lo dijo en tono serio.

– Eso lo sé, pero, ¿a qué viene esto?, no entiendo Alan, o sea, te enojas conmigo, pero ¿por qué? – Le dije, ya que no entendía su actitud.

– Job como enfermero en rehabilitación te aconsejo que cuides mucho cuando llegues a sangrar, tu carga viral es alta aun y debes cuidarte, pudiste haber infectado a tu madre sin saberlo. – Alan en tono serio me hablaba.

– Tienes razón, pero sé que no pude infectarla por qué ella no estuvo en contacto con mi sangre, digo estaba enojado, pero no hubo riesgo. – Le decía seguro.

– Luego por sus actos suceden cosas terribles, eso lo debes de saber bien. – Alan me lo decía mirándome a los ojos.

– ¿De qué hablas? – No entendía cuál era su postura, por lo que cuestioné.

– Job, tus padres me pidieron que te cuidará mientras estabas en coma, ambos están preocupados por ti, tu mamá me contó tu situación, así que por eso ...

... te digo, tus actos fueron los que te trajeron hasta aquí. – Alejandro recogiendo el material usado me lo decía.

– Ah, ya entendí, mis papás de chismosos te contaron la tragedia de mi vida, ¿con qué derecho? – Yo molesto.

– Con el derecho de que ellos son tus padres Job. – Él me miraba.

– Ellos me pidieron cuidar de ti y también que tuviera ciertas consideraciones ahora que has despertado, pero no toleraré tu insolencia con tu madre. – Enojado hablaba.

– ¿Cuál insolencia?, Alan, mis papás no debían darte más información que la que tiene el expediente, mi mamá no cambia ni deja de ser tan impulsiva e indiscreta, ¡qué mala madre! – Me sentía desilusionado y defraudado.

– Tu madre debe ser lo más sagrado para ti, debes valorarla, quererla, ella se preocupa siempre por ti, no debes ser así de déspota, si tu madre te llega a regañar o decir algo que te incomoda es por qué tiene que ser verdad lo que haces o lo que te suceda, aprende a ser maduro. – Alan Alejandro muy serio.

– Espera, ¿qué?, no entiendo, a ver, tú no sabes ni si quiera lo que sucedió, ni si quiera tienes idea de cómo son mis papás, sólo por qué te confiaron mi cuidado y contaron mi historia ya crees que los conoces, ¿te estas escuchando?, gracias a mis padres tú me pones como el malo cuando mi mamá es la que no es prudente y mi papá mucho menos, no juzgues sin saber. – Le decía enojado queriéndome levantar, pero él me empujaba a la cama.

– ¡No te muevas!, por eso te pasan cosas así, por qué no ...