1. Como conocí a mi remordimiento (III)


    Fecha: 27/02/2025, Categorías: Infidelidad Autor: vivipaz, Fuente: CuentoRelatos

    Llegado este punto entenderás, querida amiga/o, un poco más mi situación. Tal vez hayas pasado por lo mismo, o lo estés viviendo en este momento, tal y como me sucede a mí, y lo cierto es que si tuviera que definir las semanas siguientes no podría decir que fueron buenas.
    
    Enfrentarme cada día a su presencia me llenaba de sentimientos encontrados: Ansiedad, expectación, incertidumbre, excitación...
    
    Me estaba creando una escena en mi cabeza que posiblemente fuese irreal, pero aquel día en la cafetería sentí algo que me había hecho feliz durante un instante. No era por él, por Marcos, te comenté anteriormente, sino por haberme sentido mujer, con mayúsculas, de nuevo. Aquel roce y su posterior excitación disimulada tras la carpeta me recordó que aún podía sentir el cosquilleo del deseo y, por supuesto, fue la emoción de imaginar si durante aquella erección aquel muchacho había llegado a fantasear conmigo.
    
    Era verano y lo cierto es que el calor y la sensación de que muchos estaban ya disfrutando de sus vacaciones no acompañaba a la hora de encarar los compromisos laborales de cada día. De aquellos tres aprendices quedaron sólo dos al cabo de unos días. Una de las chicas decidió dejarlo y eso me planteó la duda sobre si Eva, que aguantaba y se le veía muy interesada en continuar, al verse sin su amiga, se acercaría a Marcos. A esos extremos llegaba mi ansiedad. Más tarde supe que Eva tenía pareja, otra chica, y me alegré. Me alegré por ella, que tenía pareja, me alegré ...
    ... por la suerte de su amiga a la que vi en un par de ocasiones mientras la esperaba a la salida, ya que Eva era una chica bastante mona, y claro está, me alegré por mí.
    
    Yo seguía enviándole pequeñas señales intentando encontrar una reacción positiva. Miradas, sonrisas... me maquillaba y buscaba ponerme el conjunto que mejor me sentara, el que más escote ofrecía a la vista. Trataba de reconducir hacia lo personal conversaciones que manteníamos cuando nos encontrábamos solos. Era una locura, sí, pero dentro de mi cordura sabía que aquello había que llevarlo de una manera sutil, despacio, sopesando cada paso para no dar un traspiés y echarlo todo a perder, o peor aún, para no meter la pata y acabar descubriendo que todo era fruto de mi mente, de mis hormonas revolucionadas, de las rutinas de la vida.
    
    Y en eso estaba cuando un día, con el café de media mañana, nos ofrecieron un cuadrito de chocolate negro junto al sobre de azúcar. Marcos lo guardó en su bolsillo. Yo esperé a que Eva saliese a fumar, cosa que seguía a rajatabla cada vez que parábamos a reponer fuerzas, y aún no se ni cómo, le comenté armándome de valor que el chocolate era considerado el sustituto del sexo. Me miró y le sonreí. Percibí una leve sonrisa y algo de sonrojo. Antes de que abriese la boca volví a la carga y le ofrecí el mío, por si necesitaba una dosis extra, que él era joven y necesitaría seguramente más chocolate para cubrir sus necesidades. Reímos. Le seguí mirando a los ojos. Me contestó algo así ...
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