Un combate y una fiesta (I) - Relatos Eróticos

Un combate y una fiesta (I)

Capítulo 1

Sentado detrás de su mesa de color caoba, el Director Goldach observaba a su interlocutora. Era una mujer ya madura, vestida al modo clásico y con el cabello recogido en un moño. El Director repiqueteó con sus dedos sobre la mesa, como si estuviera meditando un momento, y luego cabeceó negando cualquier posibilidad.

La mujer que tenía delante era la Directora del colegio femenino de Sta Gracia, que le había traído una propuesta sorprendente, propuesta que no tenía que ver con lo académico.

Aunque él ya había escuchado rumores e intuía lo que ella iba a plantearle. Detrás de la cuestión estaba la sra Rochel, una tutora muy reivindicativa y combativa de Sta Gracia, conocida por sus acciones en pro del empoderamiento femenino, que había iniciado aquello.

Todo había surgido con ocasión del campeonato comarcal de luchas marciales celebrado entre los tres colegios masculinos de la zona. Al final, el representante del colegio Sto Tomás, Marcus, había resultado vencedor y representaría a la comarca en los campeonatos estatales. Era un orgullo para el colegio, y una prueba de la alta preparación de sus atletas.

Pero la cargante sra Rochel había estado removiendo el asunto, armando jaleo y manifestando en diferentes instancias su disconformidad con la exclusión del colegio femenino de Sta Gracia de aquellas competiciones.

La había apoyado expresamente Karen, la entrenadora del equipo femenino de lucha del colegio Sta Gracia. Ellas también estaban en la ...

... comarca, ellas exigían la oportunidad de participar, todo aquello les parecía de una discriminación inaceptable.

Y ahora el enojoso asunto se había plantado en el despacho del director Goldach. Frente a él, la directora de Sta Gracia se había mostrado considerada y razonable, pero muy decidida.

“Es un absurdo. E incluso creo que no les haría bien a las chicas. Estarían en inferioridad de condiciones y sería abocarlas a un fracaso que, no por anunciado, dejaría

de hacerles daño” dijo el director Goldach.

“Eso es dar por sentado demasiadas cosas” contestó con tranquilidad Elizabet, la directora de Sta Gracia. “Las chicas de Karen no son tan frágiles ni mentalmente ni como competidoras. Y solo piden una oportunidad.” Carraspeó un momento. “No, no piden. Exigen una oportunidad.”

El director se impacientó. “Me parece una cabezonería. Un empeño en llevar las cosas más allá de la lógica”.

“He venido con la intención, y la seguridad, de que llegaríamos a un acuerdo. Si salgo con una negativa, mis pasos no se van a detener aquí. El Comité de Igualdad estatal, no el de la comarca, recibirá una queja en toda regla. Y tengo un par de periódicos dispuestos a echarle gasolina a este incendio” anunció Elizabet.

Miró fijamente al director, y le habló con lentitud: “No es un tema menor, ni un capricho que vaya a evaporarse en dos días. Puede imaginarse los titulares y la repercusión que tendrá todo esto. Y las consecuencias que tendrá que asumir su colegio y usted como ...