Taxista nocturno (Lo que cambió mi vida)
Fecha: 08/03/2025,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: Veronicca, Fuente: SexoSinTabues30
... cuantos de vosotros tendrá a la mujer encamada con otro en estos momentos.
Esas palabras les hicieron cambiar la cara a los que antes bromeaban tanto, porque en su interior, más de una vez habrían pensado eso mismo, pero por otra parte había que reconocer que si pasaba, nos lo teníamos bien merecido todos, porque nosotros se la estábamos dando, pero bien, a nuestras mujeres.
Como siempre, estas conversaciones entre los compañeros, me hacían reflexionar y daban vueltas a mi cabeza durante toda la noche, mientras pensaba que era muy cierto lo que decía mi compañero. Follarse a una niña de esas edades es algo completamente distinto a follarse a tu esposa o a cualquier otra prostituta. Es algo que te crea adicción y ya eres incapaz de encontrar nada que te satisfaga más que eso. Su dulzura, su inocencia y espontaneidad es algo que te envuelve y te hipnotiza, siendo capaces de llevarte a un paraíso que creías que sólo existiría en mi cabeza.
Mientras estaba absorto en estos pensamientos, una chama a la que no había visto nunca, se acercó al taxi para ofrecerme unos caramelos que vendía.
Yo me quedé mirándola, porque era de las más pequeñas que había visto trabajando en el taxi por las noches, por lo que le pregunté si estaba sola, a lo que ella me dijo que su tío vendría a recogerla más tarde, pero que muchas veces no iba y tenía que irse sola a casa.
Yo me ofrecí a llevarla a casa, porque era ya tarde y no creía que vinieran a recogerla, así que ella se subió al ...
... taxi y pude observarla más detenidamente fijándome en sus piernitas y los bultitos que formaban sus pezones marcándose en la fina camiseta, así como el largo pelo que tapaba su cara de niña, por lo que le pregunté su edad, pero al decirme que tenía 12, supuse que obviamente me estaba mintiendo porque era menor de esa edad, quizás más cercana a los 9, a pesar de que por sus rasgos indígenas no lo pareciera.
Me dijo que se llamaba Xiomarita y durante el trayecto, yo empecé a preguntarle:
—¿Además de vender caramelos, ya te vas con hombres como otras que andan por allí?
— No, yo no hago esas cosas.
Supuse que me mentía de nuevo, porque a esas horas no andan las niñas por la calle si no se dedicaran a eso, así que seguí insistiendo:
—¿Si te doy billetes lo harías conmigo?
Ella se quedó un rato pensándolo, hasta que me dijo:
— ¿No me vas a hacer daño?
—No, claro que no, no me gusta hacer daño a las niñas.
—Entonces aparca en un lugar apartado.
Estaba claro que por la forma de hablarme, supongo que por la costumbre adquirida con otros hombres, ella ya había tenido más experiencias de ese tipo y se mostraba desconfiada porque quizás debido a su edad, había tenido alguna mala experiencia en la que la habían hecho daño.
Juntando todo eso a una iniciativa impropia de su edad, estaba aumentando mi morbo por esa cría, y hasta me parecía ver como su vestido se subía cada vez más arriba, pero me di cuenta de ella misma se lo subía para enseñarme sus piernas y ...