La primita feminista - Relatos Eróticos

La primita feminista

... hizo que las tías se fijaran aún más en mí y raro era el día que no acababa con alguna de ellas en las duchas.

Los últimos días antes de las fiestas intensifiqué tanto el ejercicio físico como la actividad sexual. Quería ir lo más saciado posible, aunque con las mujeres nunca tenía suficiente. Me mantuve en contacto con mi primo, para ver qué podíamos hacer durante esa semana para estar todo lo entretenidos que fuera posible.

- Yo me puedo llevar la videoconsola.

- Hace un siglo que no juego a nada de eso, pero está bien.

- Mi madre lleva una baraja de cartas, el parchís y todos esos juegos típicos.

- Creo que me voy a pasar el día con las pesas.

- Vale, así me inicias a mí en ese mundo.

- ¿Sigues sin mojar?

- Bueno, ahora estoy conociendo a una chica de la universidad.

- ¿Conociendo quiere decir follando?

- Todavía no, pero espero que acabe ocurriendo.

- Tienes que ir directo al grano, Nil, que vea que tienes confianza en ti mismo.

- Veo que te vas a pasar la semana entera adoctrinándome.

- Porque no vamos a tener otra cosa mejor que hacer.

- Quizás Frida vuelva con historias interesantes.

- Lo dudo, esa cría siempre ha sido muy aburrida.

- Pero es que de niña ya no tiene nada.

- ¿Has visto alguna foto suya últimamente?

- No, que yo sepa no tiene redes sociales.

- Por su bien, esperemos que al menos siga siendo mona.

Cualquier duda respecto a nuestra prima quedó resuelta en el momento en que llegamos y nos dimos ...

... cuenta de que la muchacha teñida de lila que nos estaba esperando en la entrada era ella. Nil y yo nos miramos extrañados, ya que la Frida que recordábamos, una niña más bien pija, nunca se hubiese hecho ese destrozo en el pelo.

Una vez superado el impacto de verla tan cambiada, fuimos directos a darle un abrazo, pero nos recibió con una frialdad que no recordábamos en ella. Nil y yo quisimos entenderlo como vergüenza por su parte, por todo el tiempo que llevábamos sin vernos. No teníamos ni idea de que aquello era solo el principio.

Durante el resto del día Frida se mantuvo alejada de toda la familia, como mucho se acercaba a su madre y después volvía a la habitación que ellas tenían asignada. El color de su pelo era una señal que ya debí interpretar, pero todas mis alarmas saltaron cuando se quitó la chaqueta y vi que debajo llevaba una camiseta con consignas feministas.

Como era de esperar, a Nil no le pareció mal, pero yo temía que a mi prima le hubiesen lavado el cerebro. Tal y como solían decir mis amigos, el feminismo era experto en coger a chicas guapas y reducirlas a una caricatura de ellas mismas por envidia. Aunque mi primo no quería molestarla, yo estaba decidido a hablar con ella.

- Cuánto tiempo sin vernos, primita.

- Pues a mí se me ha hecho muy corto.

- Estás un poco borde, ¿no?

- Quizás porque no que he olvidado cómo os burlabais de mí.

- Solo eran bromas.

- Los tíos lo solucionáis todo con excusas.

- No esperaba encontrarte tan ...