La primita feminista - Relatos Eróticos

La primita feminista

... cambiado.

- Tú tampoco pareces el mismo.

- Digamos que le he echado unas horas al gimnasio.

- ¿Con qué fin?

- Para volveros locas a las pibitas.

- La única parte del cuerpo con la que se seduce a una mujer es el cerebro.

- Muy buen chiste, Frida.

- Te lo digo en serio, esos músculos no atraen a nadie.

- Va, reconoce que te ponen los tíos cachas.

- Cuando te miro solo veo a un violador en potencia.

- No te pases, niñata.

- ¿Lo ves? Ya te ha salido la vena violenta.

- A ti lo que te pasa es que eres lesbiana.

- Qué predecibles que sois todos.

Lo que más me fastidiaba era que detrás de aquellas pintas seguía habiendo una jovencita muy guapa. De hecho, aunque tratara de disimularlo, le habían crecido mucho las tetas, convirtiéndose en toda una tentación, de no haber sido por su carácter. Esperaba que con el paso de los días se fuese relajando, pero solo iba a ir a peor.

No solo me trataba con desprecio, sino que me quitó la compañía de Nil. Nuestro primo, tan débil de carácter como siempre, se dejó influir por las ideas radicales de Frida. En realidad me estaban haciendo un favor, ya que podía dedicar todo el tiempo a hacer deporte y así no perder la forma y el cuerpo que tanto me había costado conseguir.

Intentaba no pensar en lo que me había dicho, pero las palabras de Frida me fastidiaron mucho. Aunque sabía de sobra que mi cuerpo era un imán para las mujeres, garantía de sexo, no soportaba que mi prima lo hubiese despreciado. ...

... Solo pensaba en que tenía que encontrar una forma de hacer que se tragara sus palabras.

En condiciones normales hubiese desplegado todas mis armas para excitarla, pero el hecho de que fuese mi prima lo complicaba todo. Nil se limitaba a pedirme que no me enfadara, que entendiera que Frida era muy joven y que lo normal era que se dejara influir. Yo intentaba hacerle caso, aunque cada vez que la veía mirarme con esos aires de superioridad me daban ganas de estallar.

- ¿Tienes algún problema?

- Sí, el heteropatriarcado que tú ayudas a extender.

- Yo no tengo culpa de que tu padre no te quisiera.

- Cada palabra que sale de tu boca confirma lo que eres.

- Y todo lo que dices tú es solo para disimular.

- ¿Qué se supone que intento disimular?

- Que mojas las bragas con los tíos como yo.

- Me das pena, Iker.

- Depílate y sal a disfrutar de la vida, amargada.

La familia estaba al margen de nuestras discusiones, pero sentía que más pronto que tarde aquello se iba a convertir en un conflicto generalizado. Utilizando ese cerebro que Frida pensaba que no tenía, decidí no ir más allá, al fin y al cabo, ella se iría al acabar la semana y probablemente no volvería a verla en muchísimo tiempo.

Me centré por completo en el deporte para no darle más vueltas a nuestra disputa. Todas las mañanas me despertaba temprano y me iba a correr unos cuantos kilómetros por el campo que rodeaba a la casa. Después entraba en el garaje, que era donde tenía las pesas, y me ...