La primita feminista - Relatos Eróticos

La primita feminista

... piedra.

Tras bajarme los pantalones y los calzoncillos, le golpeé las nalgas con mi tranca y después le abrí aún más las piernas. Durante un segundo de lucidez llegué a pensar que quizás aquello no estaba bien, que no podía follarme a mi prima, pero en ese momento ya no había forma de pararlo. Coloqué la punta justo en la entrada de su coñito y, metiéndole un dedo en la boca, empujé con todas mis fuerzas.

Frida gritó tan fuerte que pensé que iba a despertar a toda la familia, pero me pidió que siguiera dándole duro. Me agarré con una mano a sus caderas y la otra la metí debajo de su camiseta de pijama para aferrarme a una de sus tetazas. Su cuerpo entero temblaba con cada uno de mis empellones, incluida esa melena lila que tanto me sacaba de quicio, pero que en ese momento me ponía aún más cachondo.

Al cabo de muy pocos segundos tuve que taparle la boca a mi primita porque estaba gimiendo a lo bestia, fruto de su primer orgasmo. Seguí bombeando hasta que conseguí que Frida llegara de nuevo al placer. Su forma de convulsionar me dio unas sacudidas en el rabo que hizo que sintiera que yo también estaba a punto de terminar.

En cuanto noté que el placer se aproximaba a mí de manera definitiva, tuve claro lo que quería hacer. Saqué la verga de la estrecha vagina de mi prima y apunté hacia su pelo para correrme. Nunca me había sentido tan poderoso como cuando vi mi leche blanca en su pelo lila. Me dejé caer sobre ella mientras ambos jadeábamos, intentando recuperar el aliento.

- ¿Qué piensas ahora, primita?

- Sigo creyendo que estarías mejor castrado.

- ¿Quieres que me corte los huevos?

- Sí, pero cuando hayan pasado los dos días que aún me quedan aquí.

Continuará...