La primita feminista - Relatos Eróticos

La primita feminista

... tiraba allí media hora más hasta que me iba a la ducha.

La mañana del quinto día, justo el de Navidad, después de correr durante hora y media entré al garaje y me quité la camiseta porque estaba empapada en sudor. Fue entonces cuando me di cuenta de que Frida estaba allí, buscando algo en el coche de su madre. No entendía por qué me observaba tan fijamente, hasta que caí en la cuenta de que me estaba mirando la musculatura.

- Tus amigos los planchabragas no tienen estos abdominales, ¿verdad?

- No, pero pueden decir dos frases seguidas sin cagarse encima.

- Si dejas de decir tonterías te permito tocarlos.

- Preferiría acariciar un cactus.

- No mientas, Frida, te has puesto colorada.

- Eso es mentira.

- Apuesto a que te arde la entrepierna.

- Si sigues así voy a hablar con tu madre.

- Se te marcan los pezones con ese pijama, pero estarías mejor sin nada, como yo.

- Eres un cerdo.

- Toca mis músculos, prima, serás más feliz.

- Lo voy a hacer, pero solo para que veas que no me provoca nada.

Podía enmascararlo con palabrería o con lo que le diera la gana, pero veía en sus ojos que se había excitado y no iba a dejar pasar esa oportunidad para demostrar que yo tenía razón. Frida hizo un recorrido rápido con su mano que fue desde mis pectorales hasta los abdominales. Se apartó de inmediato, pero yo volví a sujetarle la mano y la pasé por todo mi torso muy lentamente.

El rubor de sus mejillas fue a más, incluso le temblaron ...

... ligeramente las piernas. Ya no hacía falta que yo le sujetara la mano, mi prima me estaba sobando sin ningún tipo de presión por mi parte. Presa de la excitación, Frida fue a manosearme también con la otra, y yo aproveché justo ese momento para palpar su entrepierna por dentro del pijama.

- Tienes el coño depilado.

- Lo hago por higiene, no porque quiera contentar a ningún tío.

- Quizás me he equivocado, pero no en lo de que te pone cachonda mi cuerpo.

- Te he tocado por mera curiosidad.

- Casi me arrancas la piel de la fuerza con la que me has magreado.

- No me gustas, pero eres lo único que tengo aquí a mano.

- También está Nil, pero ese tipo de tío no os gusta ninguna, reconócelo.

- Es que a él sí que lo veo como un primo, a ti solo como un cabrón.

- Pues este cabrón te va a hacer gozar de una manera que ni te imaginas.

Agarré con fuerza a Frida y le di media vuelta para colocarla contra el capó del coche de su madre. Acto seguido le bajé el pantalón de pijama, le abrí bien las piernas y le metí dos dedos en la raja. Estaba tan caliente como mojada y comenzó a gemir desde el primer segundo. En ningún momento me pidió que parara de masturbarla.

Me ponía a mil tener sometida a mi prima, a esa feminista radical que llevaba días renegando de mi cuerpo y diciendo que no le excitaban los tíos como yo. Mis dedos empapados en sus abundantes fluidos decían lo contrario y estaba dispuesto a comprobarlo también con mi polla, en ese momento dura como una ...