Mar Sensual: Sandro, el de tierra caliente
Fecha: 27/03/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: MarCaliente, Fuente: CuentoRelatos
... debía ser una mujer. Para él, ella tenía que estar en la casa, al cuidado de los hijos y sobre todo ser fiel; decía que ninguna mujer lo merecía, salvo su esposa. En algún momento, con cierto enojo, le comenté que era una lástima tener tantos estudios y pensar así, que por eso se consideraba a los de provincia mojigatos. Este comentario lo molestó y por un tiempo guardo su distancia.
Para su mala fortuna, necesariamente tenía que trabajar conmigo y soportar mi carácter al cual poco a poco se fue adaptando, modificando su actitud, aunque no la cambio para las demás compañeras. Así, la confianza creció soportándonos mutuamente. Noté que no le era indiferente ya que continuamente lo cachaba, sin que él se diera cuenta, observándome alguna parte de mi cuerpo: mi trasero, mis piernas o mis senos. Al principio eran ocasionales y discretas esas miradas, pero poco a poco fueron más indiscretas y más libidinosas, aunque nunca me llegaron a incomodar ya que aparentemente “no me daba cuenta”. En ocasiones provocaba que se diera su taco de ojo, principalmente para comprobar que tan ciertos eran los principios de moralidad que decía tener. En otros, lo sorprendía al voltear observándome, él reaccionaba con nerviosismo comentado cualquier cosa ante la sorpresa. Como muchos hombres, comprobé con Sandro lo que dice el dicho “cuando una cabeza se calienta la otra deja de pensar”. Eso de la fidelidad a mansalva y demás cosas moralinas eran sólo una pose, ya que lo tenía a punto sin haber ...
... hecho mayor cosa.
Un día me invitó a tomar una copa después del trabajo, dudando acepté. Durante la tarde la plática fue amena y formal, aunque después de unos tragos encima la confianza creció. Sandro se atrevió a decirme que era una mujer guapa y atractiva que muchos compañeros de la oficina me deseaban. Me preguntó que si mi marido no me decía nada al vestir tan coqueta o que si no era celoso al permitirme ir a fiestas y llegar tarde a casa. Ese día fuí al trabajo con una falda corta que me hacía lucir provocativamente mis piernas, por lo que en diferentes momentos lo sorprendí observándolas con deseo. Yo le contesté que como cualquier hombre era celoso, pero que me tenía mucha confianza y sobre todo que éramos adultos y que teníamos la libertad de actuar con responsabilidad. Le dije “mi marido tiene su autoestima muy firme como para andar dudando de los demás”, quien es celoso es aquel que tiene complejos que no puede evitar. El comentario generó en él desconcierto, ya que indirectamente lo estaba criticando. Terminamos la última copa y salimos del lugar. Ya en la calle, pedí un taxi y me despedí de él con beso en la mejilla, no sin antes manifestarme que ojalá se repitieran esos momentos. Le contestó con una sonrisa pícara que también me gustaría repetirlos, que sólo era cuestión de que se diera el momento.
Durante los siguientes días, Sandro se mostró más amable e interesado por mis cosas. De manera afable manifestaba su interés por platicar de sus gustos musicales, ...