Caléndula en Oriente
Fecha: 03/04/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Autor: Anejo, Fuente: TodoRelatos
... treinta años a Paulov, aunque éste le aventajó en sadismo, con sus experimentos sobre niños huérfanos y la vivisección de perros que le valdrían el premio Nobel.
Basilé era un maestro del coito. Su práctica asidua con Chloé le había servido de base formativa, pero su reciente empleo de celador de prostíbulo le había elevado al magisterio del folleteo. Podía retrasar a voluntad su orgasmo y proporcionarle varios a su pareja contrayendo sus músculos íntimos. Su polla parecía gozar de vida propia, como esos muñecos manejados por ventrílocuos titiriteros que comenzaban a hacerse habituales en espectáculos de variedades de la época.
A pesar de su tamaño ( la verga de Basilé era tan larga como el antebrazo de Caléndula, incluyendo la mano cuando se ponía dura ) aquel instrumento poderoso se levantaba formando 45” con el plano horizontal del suelo y se mantenía erguido durante periodos de más de media hora, a voluntad de su propietario. Aunque no hablaba durante la función, el “muñeco” de Basilé sabía comunicarse con fluidez, especialmente dentro de los orificios de las beneficiarias.
Tras correrse cuatro veces por su frondoso coño, Caléndula pidió ser enculada. Era éste un procedimiento complicado, que desafiaba lss leyes de la física, la biología y el derecho civil, pues podía catalogarse de insólita la adaptación de los volúmenes, increíble la dilatación de los tejidos e improbable el consentimiento de la víctima de la sodomización. Pero era así. El pequeño ano creció y ...
... creció, el estrecho recto se hincho y se hinchó y la frágil Caléndula se corrió y se corrió y se corrió y se corrió, hasta que sus sentidos se nublaron y quedó casi
privada de ellos, tendida en la cama, destrozada y feliz.
Basilé la arropó y salió de la alcoba para continuar con sus labores de vigilancia y, tal vez, obsequiar a alguna otra chica con su prodigioso mandoble.
Caléndula se despertó a medianoche, cuando aún se escuchaban risas y dringar de copas en la planta baja. Le había parecido que alguien abría la puerta, pero el silencio y la oscuridad eran totales en el cuarto cuando ella se incorporó.
¡Basilé! ¿Eres tú?
No hubo respuesta. Una sombra se deslizó detrás de la cama y una mano de hierro tapó la boca de la joven.
No grites, no digas nada, o morirás aquí mismo.
A Caléndula se le disparó el corazón del susto. ¡Era el Turco! A saber cómo había encontrado la forma de entrar en su habitación a aquellas horas.
Ese negro no te merece, hurí del Edén. Mientras tu estás privada de gozar de tus admiradores, él se refocila con todas las putas del lupanar. ¿Es eso justo?
Caléndula se encogió de hombros, ya que no podía hablar. Si era o no justo, lo ignoraba; era lo que había vivido desde su adolescencia.
Pero la pregunta del turco era retórica; él mismo tenía preparada su respuesta.
Por supuesto que es justo, ya que es la voluntad de Alá, pero ya que has de ser esclava de un macho, yo te llevaré a ser la concubina de uno bien poderoso. No te ...